domingo, 13 de mayo de 2012

Aldea del Rocio. Fiesta rociera


La excursión de hoy fue corta, ya que pasamos el día en la Aldea del Rocío, muy cerca de Matalascañas, a donde se llega en un cuarto de hora de bus.

Dada la gran popularidad de la Romería del Rocío, que allí se celebra todos los años, y de la cual nos dan cumplida información, con imágenes y reportajes, todos tenemos mas o menos una idea de lo que se trata. Otra cosa es verla, aunque la fecha no sea la de la Romería.

La Romería del Rocío se celebra el domingo de Pentecostés, cincuenta días después del Domingo de Pascua, en honor de la Virgen del Rocío, y su fama y popularidad es tal, que se congregan en la Aldea del Rocío mas de un millón de personas.

Tras recorrer a pie, a caballo, en carretas, en carros engalanados, el camino, desde su lugar de origen, hasta el Santuario, parte del cual atraviesa el Coto de Doñana, una gran multitud de romeros, en su gran mayoría pertenecientes a hermandades rocieras,

llegan a las puertas de la Ermita, donde los almonteños, en la noche del domingo al lunes, después del rezo del Rosario, realizan lo que se llama "el salto de la reja", cuya finalidad es coger la imagen de la Virgen, "la Blanca Paloma" y llevarla en procesión por toda la aldea, mientras va recorriendo a hombros de los porteadores, las distintas hermandades, que le cantan la Salve Rociera.

Las mas de 100 hermandades provienen de todas las provincias limítrofes, siendo las de la vecina provincia de Cádiz, las que atraviesan por Doñana.

El culto mariano de la zona es muy antiguo, ya que la primera referencia es del s. XIV, en el Libro de Montería del rey Alfonso XI.

La Hermandad Matriz de Almonte, la mas antigua y populosa, se fundo en 1.648. De las 107 hermandades registradas, 96 son andaluzas y 11 son de otras provincias españolas, e incluso hay una en Bélgica, además de mas de 30 agrupaciones rocieras, de las cuales 9 son de otros países del mundo.

Hay que citar, también, algo mucho menos agradable, el terrible impacto ambiental que sufre el Parque Nacional de Doñana, con el transito de romeros, algunos motorizados con vehículos todo terreno, y otros muchos en carretas tiradas por mulas, o a caballo, animales de cargo que, en ocasiones, no son bien tratados. Este transito produce destrozos, y grandes cantidades de basura, que las autoridades están ocupadas en regular, para que sea lo menos dañino posible.

Bien, pues la romería se celebra, como he dicho, en la Aldea de Rocío, lugar que habitualmente tiene algo mas de 1.600 habitantes, pero que durante la Romería llega a mas de un millón.

Actualmente todo el pueblo está dedicado a este evento, siendo la mayoría de las casas, muchas de ellas sede de las diferentes hermandades, dedicadas al alquiler para los romeros, que llegan de todo el mundo. Toda la aldea tiene las calles de arena, para facilitar el camino a los muchos caballos y caballeros que llegan a ella en esas fechas, así como a las carretas arrastradas por animales de tiro.

Tanto la propia ermita, como el pueblo, conjunto urbano trazado a escuadra, con casas blancas de uno o dos pisos, son pintorescos y bien cuidados.

El lugar donde esta emplazada la aldea fue una parte del coto de caza del rey Alfonso X, y es muy bonito, con las marismas de la Rocina, que le dieron nombre a la advocación mariana, tranformando Rocina en Rocío.

Como durante nuestra visita al Coto de Doñana, las marismas estaban casi secas, las que vimos con mas agua fueron las de la aldea del Rocío, en las que había flamencos y otras aves acuáticas.

La Ermita o Santuario de Nuestra Señora del Rocío, alberga la imagen de la Virgen del Rocío, que según la leyenda, se apareció a un cazador, en medio de un bosque, que el hombre desbrozo en honor al hallazgo, y posteriormente fue edificada una primera ermita para albergar la imagen en 1.270, pocos años después de la reconquista de estos territorios por Alfonso X el Sabio, en 1.262.

La ermita ha tenido diferentes edificios en las marismas de la Rocina; la primera ermita, reparada y modificada a lo largo de los siglos, se conservo hasta del terremoto de Lisboa de 1.755, que la dejo en ruinas; la imagen de la Virgen tuvo que ser trasladada a Almonte, como ha sucedido varias veces en su larga historia.

Hubo después otra ermita de mayores dimensiones, hasta que, ya en el s. XX, monseñor Cantero Cuadrado, primer obispo de la nueva diócesis de Huelva, tuvo la idea de construir un Santuario, en consonancia con la importancia que había adquirido la Romería del Rocío.

Expresado en sus propias palabras:

" ...es llegada la hora de ofrecer a la "Blanca Paloma" un templo mas digno, en consonancia con la devoción rociera; que sea como un cortijo andaluz, con su cal, sus colores blancos y con la riqueza sencilla necesaria y conveniente para su culto y para la agradable estancia de cuantos acudan a implorar los favores de la Santísima Virgen..."

La idea fue bien acogida en Almonte, que de acuerdo con la Hermandad Matriz de Almonte, acordó levantar un nuevo y mas amplio Santuario.

El proyecto fue encargado a los arquitectos Balbotín de Orta y Delgado Roig, siendo inaugurado el 12 de abril de 1.969.

El espectacular retablo del Santuario también es nuevo. A lo largo del tiempo los retablos se han ido sucediendo, desde la sencilla peana sobre la que estaba la imagen de la Virgen, en la primera ermita del s. XIII, a la que siguió el retablo instalado en el s. XVIII, que se compro al convento de religiosas de Nuestra Señora de los Reyes, de Sevilla, y que fue destruido por el terremoto de 1.755, hasta el siguiente, también del s. XVIII, que duro hasta la construcción del nuevo templo, inaugurado en 1.969, aunque las obras continuaron hasta 1.980.

El retablo que hoy podemos contemplar, fue diseñado por el erudito don Juan Infante Galán, que se inspiro tanto en retablos antiguos, como en el anterior de la propia ermita, del s. XVIII.

La obra requirió la colaboración del escultor Manuel Carmona, así como de otros artistas, como tallistas, carpinteros, marmolistas, orfebres y arquitectos, para culminar con esa obra de arte digna de admiración, que luce como una joya, no acorde con alguna de las corrientes artísticas de nuestra época, pero obra de arte admirable, al fin.

En cuanto a la imagen de la Virgen, es una talla policromada, probablemente del s. XIII. Habitualmente está vestida de ceremonia, como Reina de los Cielos. Cada siete años se viste de pastora para peregrinar a Almonte.

Además de la Romería del Rocío, todos los domingos del año, se suceden en la celebración de la misa, las hermandades, que van haciéndolo por turnos. Las Hermandades llevan a su propio sacerdote celebrante, su grupo de música y sus cantantes, que interpretan desde la tribuna la misa, y cantan al final de la misma la Salve rociera, de gran emotividad.

Nosotros asistimos a esta misa rociera. El templo estaba totalmente abarrotado de fieles, que dentro de lo posible, con tan grande cantidad de gente, seguían la misa con devoción.

Una parte del presbiterio estaba ocupada por los Hermanos Mayores y por las banderas e insignias de la Hermandad que tenia la misa asignada ese domingo.

Después de la ceremonia, nos reunimos con nuestro grupo, y todos montamos en diferentes carretas, tiradas por mulas, para dar un paseo por la Aldea.

Era el mes de febrero y aunque el sol lucia con todo su esplendor, no calentaba casi nada, de manera que el paseo en carreta por el perímetro urbano y seguidamente campestre, se convirtió, casi, en un suplicio helado. ¡Qué frío pasamos!

Finalmente llegamos a una parada, donde había alguna carreta engalanada como las que van en la Romería, y una barra donde nos sirvieron rebujito, que nos vino bien para combatir el frío.

Esa bebida, rebujito, que lo que tiene de bueno es únicamente el nombre, es un invento moderno de vino amontillado mezclado con alguna soda, que solo en las condiciones heladas en las que estábamos, me trague, porque no me gusto nada de nada. Sin embargo, creo que ahora es muy popular en Andalucía.

Las vuelta al pueblo, fue de la misma manera en que habíamos llegado, es decir en las carretas, y aunque penosa, lo fue menos, pues la temperatura se había suavizado con el transcurrir de las horas, y pasamos algo menos de frío.

La comida la hicimos en un restaurante del hotel del pueblo, que no se si era el único. Dentro de los que son estas comidas, no estuvo mal del todo.

A los postres un grupo rociero, de dos hombres que cantaban y tocaban la guitarra, y cuatro chicas, tres de las cuales bailaban y una cantaba, se dedico a amenizarnos la sobremesa.

Aunque no soy ninguna experta, me parece que el nivel de los bailes, era mediano tirando a bajo en ese tipo de espectáculos; los cantaores me gustaron más, pero, en conjunto, era muy animado y con un poco de buena voluntad se podía disfrutar convenientemente.

Algunos que habían estado en la Romería, nos hablaron de la emoción y devoción que se respira en esas fechas, pero nos tuvimos que conformar con esta visita fuera de tiempo, que sin embargo nos gusto mucho.

2 comentarios:

  1. ¡Un millón de personas! Por mucha devoción que haya ni loca me meto yo ahí!

    Eso sí, visitarlo después de este relato sí que me apetece y mucho.

    Besos

    ResponderEliminar
  2. Desde mi punto de vista,tambien me gusto mas verlo sin la compañia de un millón de personas.

    Sin embargo los que habían asistido a la romería hablaban de emocionantes experiencias, en cuanto a devoción y los sentimientos que despierta. Hay gustos para todo.

    Besitos

    ResponderEliminar