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lunes, 22 de julio de 2019

Teatro Real, Madrid. Capriccio

                                                               

El pasado 29 de abril asistí a la opera Capriccio en el Teatro Real de Madrid, una ocasión única de ver esta ópera, en palabras de Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real "un acontecimiento mayúsculo", poco representada en el mundo, exceptuando Alemania.

Dentro de las commemoraciones del 200 aniversario que este año cumple el Teatro Real, se han programado consecutivamente dos operas, a las que he tenido la fortuna de asistir, dos nuevas producciones estrenadas en Madrid, la última ópera de Giuseppe Verdi, Flastaff y la última ópera de Richard Strauss, Capriccio, máximos representantes de dos maneras de concebir la ópera, la italiana y la alemana, en dos siglos diferentes.
                                                                   
                                                                   Teatro Real
                                                                       
Capriccio es la última opera compuesta por Richard Strauss (1.864-1.949), y se puede considerar una síntesis de todo lo mejor que el compositor había logrado hacer en su carrera, y de lo cual el mismo era consciente.
                                                                             
                                                                  Richard Strauss
                                                                                 
Fue estrenada en Munich en 1.942, cuando el Tercer Reich mostraba su cara mas feroz al mundo.

La génesis del libreto procede de una idea, de los años 30, del escritor Stefan Zweig (1.881-1.942)  amigo del compositor, que había encontrado una breve comedia, en la British Library, sobre el tema que inspiro posteriormente Capriccio, y que ya había utilizado, en su momento, el compositor italiano Antonio Salieri (1.750-1.825), en su ópera breve "Prima la musica e poi le parole".

Posteriormente Strauss encargo el libreto, con las ideas de Zweig, a Clemens Krauss (1.893-1-950)
                                                                     
                                                                   Clemens Krauss

discípulo y amigo suyo, que fue director de orquesta de varios importantes teatros, como la Opera Estatal de Viena, el Staatoper de Berlin y la Opera Estatal de Baviera entre otros.

Strauss subtitulo esta ópera como "Una pieza conversacional para música"; el compositor sintió toda su vida fascinación por la importancia respectiva que debe tener, en el opera, la  palabra respecto a la música y que se dramatiza en Capriccio en la historia de la condesa, dividida entre dos pretendientes, Olivier, un poeta, y Flamand, un músico, que tras prolijas disquisiciones en torno a como articular y ordenar los diversos elementos que componen una ópera, acaba convirtiéndose en la ópera misma.
                                                                 

La ópera transcurre en el chateau, cerca de Paris, en la Francia prerrevolucinaria, de la condesa Madeleine, una joven y atractiva viuda, que  no puede decidirse entre sus dos pretendientes,  Olivier, que ha escrito una nueva obra para el cumpleaños de la condesa, que se va a celebrar al día siguiente y Flamand, que ha puesto música al soneto del poeta y que incluso lo canta, lo que abruma a Olivier.

Tras varios intercambios de opiniones entre la condesa, sus dos pretendientes, el conde, hermano de la condesa, el mayordomo La Roche, director de Teatro y Clairon, una famosa actriz, Madeleine propone que todo lo expuesto y los acontecimientos de esa tarde se conviertan en una ópera.

En la escena final, a la luz de la luna, la condesa aun indecisa sobre a que enamorado elegir, canta la imposibilidad de separar las palabras y la música y consulta al espejo para que la saque de sus dudas.

Entonces el mayordomo anuncia "la cena esta servida", final de la opera.

La dirección musical en esta importante ocasión, ha sido encargada a Asher Fisch (1.958), director de orquesta israelí, experto straussiano, de gran trayectoria internacional, y la dirección de escena al celebrado Christof Loy (1.962) director alemán de teatro, especializado en la ópera, y también con amplio recorrido internacional.

Tanto uno como otro cumplen a la perfección sus respectivos trabajos y consiguen una sincronización, entre escena y música, total.

En cuanto a  los interpretes la soprano sueca Malin Byström (1.973), en la que recae la casi totalidad del peso escénico, con un papel que apenas tiene descansos, y que, por tanto necesita una gran resistencia de la cantante, fue muy aplaudida, también por mi, que aprecie mucho su interpretación, con parte del público puesto en pie y lanzando algunos "bravo".
                                                                               
                                                                         

Fue también muy aplaudido el interprete del mayordomo, en la figura del bajo alemán Christof Fischesser (1.970), que canto con gran dinamismo y potencia, y los mismos elogios se pueden dedicar al joven barítono suizo André Schuen (1.984), en el papel de Olivier.

Sin embargo me gusto menos el tenor estadounidense Norman Reinhardt, que interpreto a Flamand, con menos intensidad que sus compañeros.

La puesta en escena de Christof Loy se ha trasladado, del s. XVIII y del chateau francés de la condesa, a una fría sala en tonos grises, cuyo color tiene también el vestuario de ellas y ellos.

Sin embargo como se trata, en todo momento, de un intercambio de opiniones sobre la importancia respectiva de la música o la palabra en la ópera, el escenario con la condesa y sus interlocutores,
es bastante adecuado, aunque el chateau francés haya desaparecido, y la época, de finales del s. XVIII, también.

En resumen una joya de Strauss para la commemoración de los 200 años del Teatro Real, que he disfrutado mucho.

lunes, 29 de abril de 2019

Falstaff en el Teatro Real de Madrid

                                                               

 El pasado 28 de abril, tuvimos ocasión de ver la opera Falstaff de G. Verdi, en el Teatro Real, el mismo día que se celebraron elecciones generales en España.

Hacia tiempo que no asistía a una opera de Verdi, así que mi expectación era grande, tanto por Verdi, como por la puesta en escena.

Giuseppe Verdi (1.813-1.901) fue el mas notable e influyente compositor de ópera italiana de su época, puente entre el bel canto de Rossini, Donizetti y  Bellini, y la corriente del verismo y Puccini, autor de alguno de los títulos mas populares del repertorio operístico.

El genial compositor fue un patriota en lo político, un experimentador en lo profesional, un hombre luchador y generoso que transmitió a través de su música no solo la belleza, sino las complejidades del alma humana

Nació el 10 de octubre de 1.813 en Le Roncole, Busetto, entonces parte del Ducado de Parma, que  pertenecía a Francia y que luego  paso a los Habsburgo, y mas tarde a los Borbones, para unirse en 1.860 al nuevo Reino de Italia. Una muestra de la convulsa historia de Europa a lo largo del
s. XIX.

En su pueblo recibió las primeras lecciones de música, para continuar con las mismas en Busetto.

Se convirtió en organista de su pueblo y luego, cuando tenia 19 años, se traslado a Milán, donde intento entrar en el Conservatorio de Música, sin conseguirlo.

La celebridad le llego con su tercera ópera Nabucco, cuando contaba con 29 años.

Falstaff fue la última obra compuesta por Verdi, su segunda comedia, dentro de su extensa producción, y su tercera ópera basada en dos obras del dramaturgo ingles William Shakespeare: "Las alegres comadres de Windsor" y "Enique IV".

Falstaff, pues, es una comedia lírica operística  con música de Giusseppe Verdi y libreto de Arrigo Boito, (1.842-1.918), poeta, narrador y compositor italiano, estrenada el 9 de febrero de 1.893 en el Teatro de la Scala de Milán.
                                                                         
                                                                 
En total Verdi trabajo durante tres años, para completar la ópera.

La noticia de que Verdi iba a componer otra opera fue recibida con entusiasmo en Italia, sin embargo, Falstaff no tuvo tanto éxito como otras obras del compositor. Para algunos era evidente que Falstaff carecía de melodías vigorosas, como ya había sucedido con los trabajos precedentes de Verdi.

Después de unas cuantas representaciones en Italia y otros países europeos, la obra cayó en el olvido hasta finales del s. XX, en que fue rescatada por el director Arturo Toscanini, y desde entonces es representada con frecuencia.

Hace diecisiete años que Falstaff no se veía en el Teatro Real. Esta nueva producción se ha hecho en colaboración con el Teatro de la Moneda de Bruselas, la Opera Nacional de Burdeos y la Tokio Nikikai Opera Fundation, teatros donde se podrá ver después del estreno en Madrid.

Antes de entrar en el argumento, tengo que mencionar el traslado que hace el escenógrafo, desde la época de Shakespeare a la actualidad, como por otro lado es habitual en nuestros días.

 Aunque el primitivo Falstaff es un aristócrata ingles, compañero de armas y aventuras del príncipe Hal, futuro Enrique IV de Inglaterra, es olvidado por este al llegar a rey.
                                                                               


Falstaff, viejo gordinflón arruinado, siempre metido en la taberna, rodeado de algunos "amigos", entregado a la bebida y a la gula, aunque intentando mantener cierta dignidad, tiene la idea de acabar con sus problemas económicos, seduciendo a alguna mujer rica, para quedarse con la fortuna de sus maridos; pone en marcha su plan enviando a dos matronas adineradas, sendas cartas de amor... idénticas.
                                                                 
 Las señoras que son amigas, se dan cuenta y deciden vengarse, sometiendo a Falstaff a una encerrona, organizada por las dos, la  hija de una de ellas y algún otro colaborador. Como es habitual en bastantes óperas se monta un gran lío.
                                                                           

Falstaff se ve burlado por unos y por otros y se derrumba, mientras reivindica su capacidad para el engaño, que ha sido imitada y desarrollada por sus, en principio, engañados.

Sobre la puesta en escena de Falstaff, hay, como suele acontecer hay opiniones dispares; obra del ya conocido en el Teatro Real, el escenógrafo francés Laurent Pelly (Paris, 1.962), por la dirección de  "La fille du regiment", "Hansel y Gretel" y "El gallo de oro", de las cuales he visto la primera y la última, y que en su momento, me gustaron.

En esta ocasión, tanto la ambientación, trasladada desde el s. XV, la época del rey Enrique o el s. XVI cuando escribió la obra, en que está inspirada, Shakespeare, hasta nuestros días; de vez en cuando se oyen anacronismos tales como hablar del miriñaque de las damas y otros mas.

Como ya he comentado mas arriba, no estoy de cuerdo en la, podemos decir, actualizacion de las óperas, practica habitual ahora, que desvirtúan no solo el relato, sino la intención del autor. Supongo que consideraciones como el gasto de la producción y, porque no decirlo un cierto esnobismo e imitación o seguimiento de lo que han hecho otros y famosos directores de escena, cuenta para esta practica.

El caso es que Falstaf transcurre en un bar de mala muerte, en lo que podría ser un barrio de la periferia, y allí Pelly recurre a una realización tópica sin atisbo de imaginación, que por cierto había exhibido en El gallo de oro, y que resulta un tanto monótona y poco atractiva.
                                                                             
Mucho mejor es la dirección de orquesta del joven director italiano Daniele Rustione (Milán, 1.983) con una música limpia y expresiva, que se adecua perfectamente a los cantantes.
                                                                       
El barítono italiano Roberto de Candia, canta e interpreta a Falstaff de manera adecuada al personaje,
burlón, hedonista y al mismo tiempo digno.
                                                                                 

Tanto él como Simone Piazzola, también barítono italiano, que canta a Ford, son buenos cantantes y actores.

Los demás cantantes a la altura requerida y el excelente coro del Teatro Real tan bien como de costumbre

Una buena representación, a pesar de algunos de los inconvenientes que he citado.

domingo, 22 de julio de 2018

Teatro Real. Madrid, Lucia de Lamermoore


Hace escasas fechas, el 23 de mayo, un día después del estreno de esta emblemática ópera, fui a la función en el Teatro Real de Madrid. No era la primera vez que asistía a representación de Lucia de Lammermoor, pero es una de esas óperas que veré siempre que pueda, ya que no me cansa, al revés, cada vez la aprecio mas.

Lucia de Lammermoor, una de las cumbres del bel canto, es un drama trágico en tres actos del compositor italiano nacido en Bergamo, Gaetano Donizetti (1.797-1.848) y libreto del poeta y libretista italiano Salvatore Cammaramo, (1.801-1.852), basado en la novela La novia de Lammermoor, de Sir Walter Scott (1.771-1.832) prolífico escritor, poeta y editor escoces, especialista en novelas históricas.

                                                                               

Fue estrenada en el teatro San Carlo de Nápoles el 26 de septiembre de 1.835, con un enorme éxito; y desde entonces está considerada como la obra maestra de Donizetti,  así como un hito del melodrama romántico.

Donizetti ya había compuesto mas de cuarenta operas cuando escribió Lucia, pero no solo Donizetti con su extraordinario lenguaje musical fue el culpable del éxito de Lucia, sino también el libretista Salvatore Cammaramo que supo extraer de la novela lo esencial del argumento, con un inteligente trabajo de síntesis y simplificación, reduciendo el número de personajes y dándole un gran dinamismo a la acción.

El argumento, un tremendo melodrama, presenta emociones exacerbadas, amores imposibles, conflictos ancestrales entre familias, mentiras, duelos, traiciones, locura y muerte.

Lucia, una joven huérfana soñadora, está enamorada de Edgardo, que pertenece a un clan rival, desde siempre, del suyo, es engañada por su hermano Enrico, que odia a Edgardo; con la complicidad del capellán y las malas artes del guardián, le hace creer que su enamorado la ha traicionado, pues Enrico  necesita que Lucia se case con otro de sus pretendientes, el rico duque, que los salvara de la ruina en la que se encuentran.

 Lucia firma el acta matrimonial, pero en su locura, aumentada por las confesiones que le hace Edgardo, que aparece de nuevo y le reprocha su, para él, inexplicable conducta, esa misma noche mata a su esposo y presa de un delirio sublime acaba con su vida; al conocerlo Edgardo no puede soportarlo y también se suicida.

jueves, 15 de febrero de 2018

El gallo de oro en el Teatro real de Madrid


La segunda ópera que pude ver, esta temporada, en el Teatro Real, esta vez acompañada por mi marido, fue El gallo de oro, representada por primera vez en este teatro, en España.

El gallo de oro es una opera en tres actos del compositor ruso Nikolai Rimski-Korsakov,  con libreto de Vladimir Belski, (1.866-1.946), poeta y libretista de ópera, que tras la Revolución bolchevique emigro a Yugoslavia y Alemania, basado en un cuento en verso de Alexksandr Pushkin,(1.799-1.837), estrenada en el Teatro Solodovnikov de Moscu el 24 de septiembre de 1.909.
                                                                           

Última ópera compuesta por Korsakov, de las quince que forman su producción operística y primera en ser representada en el mundo occidental.

Nikolai Rimski-Korsakov es conocido entre nosotros, sobre todo, por algunas obras sinfónicas como Capricho español, Sheherezade, o la Obertura de La Gran Pascua rusa, pero sin embargo en su país fue una figura de primera importancia como impulsor de la creación de un repertorio operístico autóctono ruso. Maestro de importantes músicos rusos, entre los cuales destaca Stravinsky, que además de discípulo fue su yerno, ya que se caso con una de sus hijas.

Rimski-Korsakov, compositor, director de orquesta y pedagogo musical fue hijo de una familia de terratenientes, y fruto del segundo matrimonio de su padre; nació, en 1.844 en Tijvin, 140 km al norte de San Petersburgo, cuando su hermano mayor tenia 22 años.

 Sus padres tenían cierta formación, aunque poca, musical, que los llevaron a proporcionarle educación musical desde los seis años; aunque empezada con cierta indiferencia por su parte, dio lugar a que su profesor de música notara su importante talento musical y recomendara un nuevo profesor, mientras su amor por la música, con las frecuentes visitas a la ópera y a conciertos, crecía en él.

La admiración que tenia por su hermano mayor, que llego a ser almirante de la Armada Imperial Rusa, le hizo empezar una formación militar en la escuela naval de San Petersburgo a la edad de 12 años, con la que llego a ser oficial de la armada.

En San Petersburgo, cuando tenía 18 años y gracias a su profesor de música, Canille, y a pesar de su juventud entro en contacto, con destacados músicos, con los que se integro en el "Grupo de los cinco",  en el cual estaban M. Mussorsky, A. Borodin, C. Cui, M. Balakirev. reunidos para crear una música culta, con base en la cultura popular rusa

Mientras navegaba como guardamarina de la armada, durante cerca de tres años, en el buque insignia Almaz, al finalizar su formación militar, fue componiendo los tres movimientos de su Primera Sinfonía.

Al volver a San Petersburgo abandono la carrera militar, para dedicarse por completo a la música.

Una vez obtenida una cátedra en el Conservatorio y estabilizada, por tanto, su situación económica se caso con Nadezhda Purgold, a la que conocía, a través de las reuniones, en la residencia de la familia Purgold, del Grupo de los cinco. Ella era una mujer bella, inteligente y musicóloga, que lo ayudo e influyo en su producción musical.
                                                         
                                                       
Durante la revolución de 1.905 que causo disturbios, también, en la Universidad Estatal de San Petersburgo, de la cual era catedrático, tomo partido por la defensa de los estudiantes que querían reformas políticas y una monarquía constitucional, por lo cual fue destituido de su cátedra. Aunque fue restituido a la misma por un nuevo rector, los sucesos acaecidos  le llevaron a componer  su última opera: El gallo de oro, con una crítica implícita a la monarquía, al imperialismo ruso y a la desastrosa guerra Ruso-Japonesa.

La censura impidió que la opera no se estrenara en 1.909, cuando Rimsky-Korsakov ya había fallecido y en versión adaptada.

El gallo de oro es una adaptación de uno de los "Cuentos de la Alhambra" , "El astrólogo árabe" del escritor estadounidense Whasington Irving,(1.783-1.859) que Pushkin había leído traducido al ruso, convertido por él en un poema, y transformado por Rimsky en una sátira política contra el régimen zarista, en la que se muestra osado al criticar al zar Nicolas II, ridiculizado en esta ópera.

El argumento es así: un rey, despótico y perezoso, recibe de su astrólogo un gallo de oro que canta con un agudo quiquiriquí cuando un peligro acecha al rey, como pago el astrólogo recibirá lo que pida.

Cuando el gallo canta la primera vez el rey manda a sus dos hijos a enfrentarse con el enemigo, con un grupo de soldados.

Cuando canta por segunda vez, va el mismo a la guerra, y encuentra a una reina oriental que dirige el ejercito enemigo y lo seduce y por la que se apasiona hasta el punto de llevarla a su reino, y con la que vive una relación grotesca.

El astrólogo se da cuenta, y le exige que le entregue a la princesa en pago por su regalo del gallo de oro.

El rey se enfurece y mata al astrólogo, pero entonces el gallo de oro mata al rey con su afilado pico.

Una densa oscuridad cae sobre el país y cuando se recupera la luz, el gallo y la reina han desaparecido, mientras el pueblo lamenta la muerte del rey.

Entonces aparece el astrólogo, ya con el telón bajado, y explica que todas las figuras de la obra, excepto la reina y el mismo. son producto de la fantasía.

La música de esta ópera contiene alguna de las mas bellas paginas musicales de Rimsky-Korsacov; la instrumentación es grandiosa.


La puesta en escena que fue estrenada en el Theatre de la Monnai de Bruselas hace unos meses, corrió a cargo de Laurent Pelly, director de ópera y de teatro francés, ya conocido en el Teatro Real  por su direccion de "La fille du regiment", la temporada pasada.

Pelly sitúa esta fabula en un entorno onírico, lúgubre, rodeados de montañas de carbón que dominan la escena, en la que desde el primer momento se advierte la decadencia provocada por el mal gobierno de un rey déspota e indolente, que se pasa toda la función en la cama, tanto durmiendo, tanto dirigiendo su reino desastrosamente y embarcándolo en una guerra, como discutiendo con el regalo de su astrólogo, el gallo de oro.

Los súbditos del tirano no son mejores, pues se comportan como borregos y aceptan sin rechistar todo lo que dice y hace.

Bajo su apariencia engañosa de cuento fantástico, la propuesta de Pelly contiene importantes enseñanzas a un lado y otro del poder.

Laurent Pelly es también el autor de los figurines. Se mezclan con naturalidad épocas y estilos para conseguir un función critica, tal como fue ideada por el compositor y por el libretista. El espectáculo tiene brillantez y se acopla bien a la música.

Aunque bastante extravagante, me gusto.
                                                                 

El director titular del Teatro Real Ivor Bolton,  músico competente, pero poco inspirado y plano,  llevo bien la orquesta, acompañada del magnifico Coro Intermezzo, y la Orquesta Sinfónica de Madrid.

El zar Dodón fue interpretado por el bajo ruso, ya conocido en el Real Dmitri Ulianov, rotundo y sonoro, aunque monótono, tanto en lo vocal como en lo interpretativo.
                                                                         

La zarina Shemajá corrió a cargo de la soprano rusa Venera Gimadieva, que canto correctamente las fascinantes y sensuales melodías, llenas de misterio y orientalismo, cuando aparece en el segundo acto, pero no se puede decir lo mismo de su interpretación, a la que falto el carácter seductor y diabólico del personaje.
                                                                     

Los demás cantantes cumplieron correctamente con su papel.
                                                                       

Tuvimos una gran ocasión de ver esta ópera de indudable atractivo y poco representada, hasta ahora, en  nuestro país.

domingo, 8 de octubre de 2017

Teatro Real, Madrid. Rodelinda



En la temporada pasada del Teatro Real he tenido la suerte de poder asistir a una inédita, en este teatro, ópera del gran Georg F.  Händel, uno de mis mas admirados compositores.

Por motivos que no vienen al caso, ya no tengo el abono del que disfrute muchos años, pero cuando estoy en Madrid procuro ver alguna de las óperas que coinciden con mi estancia. En esta ocasión tuve la suerte, como ya he dicho, de ver la ópera Rodelinda de Händel, a la que asistí con mi hijo, también gran admirador del compositor.
                                                                     

 Georg Freiderich Händel, (1.685-1.759)  uno de los grandes de la música universal y de la ópera en particular, nació en Halle, Sajonia, Alemania y completo su formación en Italia, pero sigue siendo siendo la gran joya musical de la corona británica, adoptado oficialmente en 1.727 como un londinense mas.

Händel nació en el seno de una familia sin formación musical, ya que su padre era cirujano-barbero, y deseaba que su hijo estudiara leyes, pero la inclinación del pequeño Händel por la música, desde temprana edad, que lo llevo a tocar el órgano a los 7 años y de oído, en la capilla del palacio del duque de Weisenfels, y la ayuda del duque, que convenció a su padre de que le dejara desarrollar su talento musical, hicieron que iniciara sus estudios con el organista de la Iglesia luterana de Halle, con el entonces celebre W. F. Zachau.

Su padre muere cuando Handel tenia 12 años, y con 17 es nombrado organista de la Catedral de Halle.

Dos años después se traslada a Hamburgo, donde conoce R. Keiser, compositor que le introduce en los secretos de la composición musical para el teatro y donde compone "La pasión según San Juan" y sus dos primeras óperas, Alcina y Nero.

Pasa, después, otros tres años en Roma donde conocerá el estilo italiano, alguna de cuyas características incorpora a su propio estilo, basado en la tradición contrapuntistica alemana y allí conoce a los mas famosos compositores de la época. como Corelli, los Scarlatti o Caldara.

Seguidamente deja Italia, con la convicción de dedicarse al teatro lírico y pasa otra temporada en Alemania, donde fue maestro de capilla del Elector de Hannover, puesto en el que permanecio menos de un año, pues prefirió trasladarse a Inglaterra, asentándose definitivamente allí en 1.712.

En 1.714 el príncipe elector de Hannover se convertiría en el rey Jorge I de Gran Bretaña, que mantuvo una estrecha relación con el compositor, al que dio la carta de naturalización como súbdito británico.

Händel paso cinco años sin escribir ninguna ópera, pero desde 1.720 hasta 1.728 escribió catorce óperas, para la Royal Academic of Music, que le hicieron famoso en toda Europa. Siguió componiendo hasta 42 óperas, todas ellas representadas con gran éxito, así como oratorios, música vocal, música instrumental, himnos etc hasta llegar a la pasmosa cifra de 612, mas 25 suplementos, sin contar las obras dudosas.

Después de su muerte acaecida en 1.759, sus óperas cayeron en el olvido, aunque se siguieron interpretando sus oratorios.

Hoy día Händel es uno de los grandes músicos mas conocido y apreciado, no solo, con gran estima entre los compositores, sino del público en general.

Entremos ya en la ópera Rodelinda, que se estrenaba por primera vez en el Teatro Real de Madrid.

 Rodelinda, ópera en tres actos con música de Georg Freiderich Händel y libreto de Nicola Francesco Haym (1.678-1.729), libretista de óperas, compositor, director de teatro y productor de óperas italiano, que escribió varios libretos para las óperas que Händel compuso en Londres, se inspiro en un libreto anterior de Anonio Salvi, que provenía, a su vez, de la obra teatral del dramaturgo francés  Pierre Corneille,  Petharite, roi des Lombards. fue estrenada, en el
King´s Theatre de Haymarket, de Londres, el 18 de febrero de 1.725.

El argumento que gira alrededor de la fidelidad conyugal de Rodelinda, reina de Lombardía a su esposo, y la lucha por el poder, inspiro al compositor, que produjo una de las obras mas apreciadas desde su estreno en Londres.

De los diversos tipos de amor que describen los libretos operísticos, el romántico, el prohibido, el familiar, el amor al poder, el amor a la patria e incluso el amor propio, el que mas escasea es el amor conyugal.

En efecto Rodelinda sigue fiel a su marido Bertarido, a pesar de creerlo muerto, y se resiste a contraer matrimonio con el usurpador Grimoaldo, deseoso de tomar el poder en Milán gracias a ese enlace.

Händel compuso una música bellisima, para hacer verdadero cada detalle emocional, convirtiendo Rodelinda en una historia coherente, donde se pone en valor, como insdestructibles,  los cimientos del matrimonio y el valor y astucia de Rodalinda para conservar el poder.

Esta es de forma resumida la historia de Rodelinda.

Rodelinda, reina de Lombardía. viuda del rey Bertarido, o eso, al menos, cree ella, tiene que demostrar coraje y astucia para enfrentarse al usurpador del trono Grimoaldo, que quiere convertirla en su esposa para consolidar su poder, y tiene que proteger a su hijo, amenazado por el tirano. Ha de actuar de la misma manera con Garibaldo, duque de Turín, que también quiere hacerse con el poder y cuyos planes quedan interrumpidos cuando se sabe que Bertarido no ha muerto.
                                                                         

Para conseguir sus fines, Rodelinda, una autentica heroína, valiente, sincera y amorosa urde complicados y peligrosos planes, mientras muestra una fidelidad total a su desaparecido marido y un gran deseo de proteger la vida y la herencia de su hijo, Flavio, con los que consigue tener entretenidos a los pretendientes, y llevarse después la alegría de la vuelta de su marido, Bertarido.

Complicado argumento que necesita varios y buenos cantantes dada la dificultad de la interpretación, en particular dos contratenores, voz masculina, que en otros siglos cantaban los castrati, y que ahora, por fortuna, se consigue con técnica.

Pasando a la función del Teatro Real, la dirección de escena corrió a cargo del alemán Claus Gluth, ya conocido en el Teatro Real por su trabajo en la ópera Parsifal, representada la temporada pasada.

Gluth nos cuenta la historia de Rodelinda a través de los ojos de su hijo Flavio, personaje sin voz, pero de una intensa actividad en el escenario, en el cual aparece y se mueve constantemente y sitúa la acción en una gran casa inglesa rotatoria de estilo georgiano, en cuyos muros son proyectados los sueños, miradas y dibujos infantiles de Flavio, que, en opinión de Gluth ayudan a comprender la psicología, sobre todo del chico; para los demás personajes no sirve gran cosa este derroche de dibujos.
                                                   

                                                                             

En el papel de Rodelinda ha estado la soprano lírica británica Lucy Crowe, que ha cantado con aplomo y ha aportado una interpretación adecuada; junto a ella, el rol de Bertarido ha sido realizado por el extraordinario contratenor estadounidense Bejun Metha, que ha tenido un actuación sobresaliente durante toda la ópera, acoplándose perfectamente con la soprano, que me ha gustado y commovido,  particularmente en el maravilloso y largo duo "io t´abraccio" ,
                                                                                 

Hemos tenido la suerte de contar no con un contratenor, voz que me gusta mucho, sino con dos, el contratenor estadounidense Lawrence Zazzo en el papel de Unulfo, consejero y amigo (de Bertarido), de timbre mas oscuro que Metha, pero con gran técnica y maestría.

Muy bien, aunque algo exagerada, la interpretación por el actor colombiano Fabian A. Gomez, ya no tan niño, del niño Flavio, personaje importante en la trama, sin voz.

Muy bien, también el resto de buenos cantantes y esforzados actores,  como el tenor ingles Jeremy Ovenden que interpreta a Grimoaldo, la contralto italiana Sonia Prina que hace una impactante  Edulge, la prometida de Grimoaldo antes de que la deje, para tratar de casarse con Rodelinda,

La dirección corrió a cargo del titular del Teatro Real, el británico  Ivor Bolton, que consiguió un bello sonido de la orquesta, vigoroso y matizado.

Impresionante representación que dejo contentos a mi hijo y a mi. Al salir fuimos a tomar unas tapas a la cercana Taberna del Alabardero donde  gran pare del elenco que habia cantado Rodelinda se encontraba tomando una copa previa a una buena cena. Casi todos eran ingleses y mi hijo disfruto saludandoles y felicitandoles por su magnifica actuación.

jueves, 1 de junio de 2017

La flauta mágica en el Teatro Real de Madrid

                                                                               
Hace un tiempo que vi esta preciosa ópera, en el Teatro Real, que cuenta entre mis favoritas.

La flauta mágica es, podría decir, una maravilla en todos sus aspectos. Otra cosa es el tratamiento escénico con el que se la presente, del cual hablaremos mas tarde.

La flauta mágica es un singspiel, genero típicamente alemán, pequeña obra de teatro u ópera popular, que significa formas musicales mas sencillas, arias menos complejas y recitativos hablados.

Fue la última obra escenificada de su compositor Wolfgang A. Mozart, con libreto del actor, cantante, poeta y director de teatro alemán Emmanuel Schikaneder, estrenada en Viena el 30 de septiembre de 1.791.
                                                               
Fue Schiknader, que estaba pasando apuros económicos, como también le sucedía a Mozart, el que propuso al compositor la creación de esta ópera, que tuvo un éxito moderado en su estreno, pero que actualmente es una de las óperas mas representadas en todo el mundo.

La flauta mágica está considerada un cuento de hadas por muchos investigadores, mientras que otros la ven llena de simbolismos y referencias masónicas, ya que Mozart se había iniciado en esta institución en 1.784, y pertenecía a la misma logia que el autor del libreto.

Para escribir el libreto, Schiknader se inspiro en diferentes obras como Lulú o la flauta mágica de Liebeskind y otras fuentes como Rey de Egipto de Philippe von Gleber o Sethos de Jean Terrason, cuya síntesis produjo el bello cuento que es la ópera de Mozart.

El argumento, si no se entra en detalles, es bastante simple: Tamino perseguido por una serpiente entra en los dominios de la Reina de la Noche, quien se le aparece, mostrándole un retrato de su hija Pamina, secuestrada por el malvado Sarastro.

Tamino se enamora de Pamina al ver su retrato, y la Reina de la Noche le promete su mano, si logra liberarla del secuestro.

Tamino, acompañado por Papageno, hombre pájaro, se adentra en el territorio de Sarastro, pero, de pronto se da cuenta de que el mal lo encarna la Reina de la Noche y no Sarastro.

Para alejarse de la Reina de la Noche y conseguir a su amada tiene que superar una serie de pruebas, pasadas las cuales los amantes se pueden reunir y el bien triunfa sobre el mal.

No está especificada la época ni el lugar donde transcurre la acción.

La flauta mágica es una obra genial, parábola sobre el bien y el mal, lo ridículo y lo sublime, los elementos masculinos y femeninos. Transparente y misteriosa, emocionante como cuento maravilloso y compleja filosóficamente.

Todo ello llevado a cabo con la maravillosa música compuesta por Mozart, con arias bellísimas y complejas, para cuya interpretación se necesita un virtuosismo importante. Personalmente me gusta todo, pero por elegir diría en primer lugar el dúo de Papagena y Papageno, y el aria de la Reina de la Noche.

Pasemos ahora a la puesta en escena, no tan elogiable como el canto, música y libreto de esta ópera.

Actualmente los escenógrafos tienen una gran tendencia a, cuando les parece, obviar el libreto e incluso a veces la partitura.

En este caso, la producción del australiano Barry Kosky del Komische-Oper de Berlín, que ha transitado por diversos teatros, se permite suprimir de un plumazo los largos diálogos en alemán y sustituirlos por un resumen, recogido en unos carteles propios del cine mudo, con acompañamiento de piano, solución que produce cierto desasosiego.
                                                               

El siguiente paso puede ser cortar los recitativos de muchas operas, luego los fragmentos musicales que el director de turno considere "aburridos" o que "entorpecen la acción"o la puesta en escena que haya podido idearse. Por lo visto por el momento, timidamente aun, puede ser un desgraciado futurible.

La producción de Barry Kosky y Suzanne Andrade consiste en un escenario plano, donde aparecen, en una especie de troneras los cantantes, en una continua proyección, procedente de la estética del cine mudo, en la que vemos a Papageno como Buster Keaton, a Sarastro como Abraham Lincoln, etc.
                                                                           

 y que no contiene ninguna escenografía; es estática.
                                                                       

La Flauta mágica queda reducida a una amable comedia y la música a la banda sonora de una proyección de cine mudo, despojada del significado de la obra, y de la solemnidad y encanto de la música de Mozart  .

En cuanto a los cantantes, que tienen merito por lo difícil de su actuación escénica, ninguno destaca, ni desentona tampoco, ostensiblemente.

La soprano española Sylvia Schwartz interpreto a Pamina, desafinando ligeramente en alguna difícil aria. Tamino corrió a cargo del tenor estadounidense Norman Reinhardt, con cierto cuerpo adecuado a su papel musical, pero que mostró alguno de sus problemas en la zona alta.

Bien el Monostratos del tenor vasco Mikeli Achalandobaso, cantante habitual de muchas zarzuelas  .

Algo desabrida resulto en el papel de Reina de la Noche la soprano Katrhyn  Lewek, caracterizada como una araña-calavera de largas patas.
                                                         
                                                           
El resto de cantantes correctos sin nada que destacar de su actuación.

En cuanto a la dirección del director titular del Teatro Real, el británico  Ivor Bolton, se puede decir que convirtió la orquestación mozartiana en una "banda sonora" sin  una chispa que la rescatara de la interpretación neutra y poco vital.

No me gusto ni las escenografía ni el tratamiento de esta maravillosa ópera. Sin embargo y aun con esos inconvenientes la música de Mozart me subyuga.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Ópera en el teatro Real de Madrid: La hija del regimiento


Hace ya algún tiempo asistí a la representación de La hija del regimiento. opera cómica en dos actos, de Gaetano Donizetti.

Una vez desaparecido el director musical del Teatro Real durante cinco interminables años, Gerard Mortier, el Teatro ha vuelto a programar ópera italiana de bel canto, para mayor gusto de los asistentes, después de hacerles padecer innumerables sesiones de ópera solo para incondicionales o expertos musicales del género. Ha sido largo pero ha acabado, o mejor dicho acabara, pues dicho señor dejo cierto numero de obras ya programadas y contratadas. Ahora al menos habrá algunas modernas y actuales, pero menos.

Volvamos a la ópera representada en esos días: La hija del regimiento en su versión francesa.

Donizetti compuso la música sobre un libreto escrito por dos expertos libretistas y conocedores de los gustos del público francés, Jean-François Bayard y Jules-Henri Bernard, marqués de Saint-Georges, dramturgo francés y director de la Opera Cómica, a partir de 1.829
                                                                         

La opera se estreno el 11 de febrero de 1.840, en la Opera Cómica de París, cuando su compositor vivía en la capital francesa.

Hay que decir que no tuvo demasiado éxito en su estreno, pero tras unas cuantas representaciones se convirtió en una de las favoritas del publico, ya que Donizetti contento a la perfección el gusto teatral del público francés.

Diez años antes de la primera opereta, Donizetti sentó un precedente del género, desde el punto de vista dramático, el teatro mas popular durante el s. XIX, evocando la institución militar, la patria o la nobleza, tal como le gustaba a la burguesía,

El argumento contiene todos estos elementos:

Siendo niña Marie fue abandonada y encontrada por unos soldados y desde entonces no ha recibido otra educación que la que ellos le han dado.
                                                           
                                                           
Es la preferida del regimiento, al que acompaña en todas las maniobras y batallas, sirviéndole de cantinera.
                                                                     
                                                                     
Un joven tirolés, Tonino, se alista en el ejercito al haberse prendado de Marie, ya que sabe que Marie está destinada a casarse con un miembro del regimiento,  amor que es correspondido por ella.

                                                                     

La madre de la joven, la marquesa de Bikensfield, que, después de muchos años reencuentra a su hija, la lleva de regreso a su palacio, donde planea organizarle un buen casamiento, después de corregir su educación cuartelera, pero Marie se mantiene fiel a sus soldados.
                                                                 


Ha transcurrido un año, pero Marie no se ha adaptado a su nueva vida. La marquesa ha preparado un enlace de conveniencia para Marie, pero ella siente nostalgia de su vida en el regimiento.

La boda está preparada y comienzan a llegar los invitados, pero cuando va a empezar la ceremonia llega el regimiento dispuesto a impedirlo. Tonino revela a la concurrencia la historia de Marie, la boda se anula, los invitados salen del palacio indignados, pero finalmente la marquesa da su bendición para que se celebre el matrimonio entre Marie y Tonino.

Ópera de sencillo e inverosímil, sea dicho de paso, argumento, ligera y agradable,  toda ella tiende a la ligereza y al desenfado, mezclando marchas militares con arias sentimentales, dentro de una música de gran belleza.

La puesta en escena se debe al director francés Laurent Pelly, (París 1.962), conocido actualmente por su trabajo en el repertorio operístico francés.

Para empezar este director de escena ha cambiado el periodo de las guerras napoleonicas, en que esta situada la acción originalmente, por un ambiente de la 1ª Guerra Mundial; las partes habladas de la ópera han tenido que ser adaptadas al traslado de época; ya he visto mas de una vez la falta de respeto que supone reformar tanto el libreto, como, a veces la partitura del compositor, práctica que se va popularizando.

Bien, pero al fin y al cabo la escena era apropiada para recordar una guerra.

El director de orquesta italiano Bruno Campanella (Bari, 1943) es un especialista en el bel canto, dirige muy bien la orquesta, tanto en lo cómico como en lo bufo, precursores de la opereta.

En cuanto a la interpretación tuvimos la suerte de poder escuchar al tenor mejicano Javier Camarena (Xalapa, Veracruz, Mejico, 1.976), nueva revelación de la lírica, que dio los nueve do de pecho, de la mas famosa aria de esta opera "Pour me raprocher!" y en general de la opera,  con toda soltura; teniendo en cuenta que tal aria se canta en el primer acto, bastante cerca del comienzo de la representación, sin haber tenido tiempo de calentar la voz, y con un movimiento escénico que le obliga a cantar corriendo o moviendo la cabeza. sin que el canto se resienta, es aun mas meritorio.
                                                                 

No se puede alabar de la misma manera a la interprete de Marie, la soprano polaca Aleksandra Kurzak (Brzeg Dolny, 1.977), cuya actuación fue graciosa, pero cuya voz deja bastante que desear.

El sargento Sulpice, otro de los personajes, fue interpretado magníficamente por el barítono  italiano Pietro Spagnoli, el coro como siempre a gran altura.

Reseñar, tambien que la conocida actriz Angela Molina hizo el papel de duquesa de Krakenthorp, personaje cómico, que corresponde con la madre del marido de conveniencia buscado por la madre de Marie, marquesa de Berkenfeld.
                                                             

Una delicia de opera y una buena representación, que fue muy aplaudida por el respetable.

lunes, 22 de junio de 2015

Teatro Real de Madrid: Los cuentos de Hoffmann



La pasada primavera, en el mes de mayo, y casi solamente un mes después de ver Lohengrin, tuve otra función en el Teatro Real: "Los cuentos de Hoffmann", bien diferente de la anterior.

Los cuentos de Hoffmann es una ópera en tres actos con Prologo y Epilogo del compositor alemán, nacionalizado francés, Jacques Offenbach, con libreto del poeta, dramaturgo y libretista francés Jules Barbier, basada en la obra teatral del propio Barbier y de Michel Carré, otro escritor y libretista francés, con el cual colaboro en numerosos libretos, Los cuentos fantásticos de Hoffmann, sobre algunos relatos de Hoffmann, que se había estrenado en el Teatro Odeón de París en 1.856. y que Offenbach había visto.
                                                                         

Jacques Offenbach, (1.819-1.880) nació en Colonia (Alemania) de familia judía, con el nombre de Jacob Eberst. Poco después de su nacimiento su padre, encuadernador, músico y cantante de la sinagoga, cambio su apellido por el de su ciudad natal, Offenbach, cerca de Frankfurt.

Desde niño destaco como interprete de violonchelo, de manera que su padre decidió llevarlo, junto con su hermano Julius, también dotado para la música, al Conservatorio de París en 1.833, donde estudio violonchelo y violín, ciudad que ya no abandono, mas que en contadas ocasiones, durante el resto de su vida, consiguiendo, en un primer momento trabajo como viloncelista en la Ópera Cómica, lo cual le hizo abandonar el Conservatorio, y otras orquestas.

En 1.849, tras regresar a París, que había abandonado durante la Revolución de la Comuna, el año anterior, fue nombrado director de la orquesta del Teatro Francés.

Compuso numerosas óperas, calificadas con frecuencia como operetas. Fue, en efecto, el principal representante del nacimiento y consagración de la opereta en sus diversas variantes.

La ópera fantástica, "Los cuentos de Hoffmann" es considerada su única obra escénica seria.

 La composición de esta ópera, con la cual quería traspasar los límites de la opereta, le llevo los últimos años de su vida, de manera que no pudo verla acabada y representada, ya que murió tres meses antes de su estreno en la Ópera Cómica.

Los Cuentos de Hoffmann se convirtieron en una obra maestra de la ópera lírica y fantástica, que desde su primera representación ha gozado de gran éxito.
                                                               
                                                                   
 El libreto está basado, como he dicho mas arriba, en la obra del poeta romántico alemán E.T. Hoffman.

Hoffmann, gran músico también, además de escritor, es sin embargo conocido sobre todo por su producción literaria, con la creación de cuentos fantásticos, que inspiraron la obra de Jules Barbier y Marcel Carré, y mas tarde la ópera de Offenbach.

El denso argumento, se divide en un Prologo, que sirve de presentación del propio Hoffmann, tres cuentos sobre supuestas experiencias amorosas de Hoffmann, con tres protagonistas femeninas, y un Epilogo.

El Prólogo sirve de presentación de Hoffmann, que en compañía de sus amigos y de las fuerzas del mal debe decidir entre la poesía, la música y el amor, presentando su actual amor, Stella, un compendio de los tres antiguos amores, acompañado en todo momento por el personaje doble de La Musa que a veces se transforma en su amiga Nicklehaus.

Un grupo de estudiantes quiere conocer sus historias amorosas y entonces Hoffmann les relata tres de ellas, en cada uno de los siguientes actos.

La primera es la historia de Olimpia, de la cual Hoffmann se enamora, sin darse cuenta de que es una muñeca autómata, creada por los farsantes Coppelius y Spallanzani, que "vive" cuando le dan cuerda.
                                                                   

Nicklehaus le advierte del engaño, pero él se niega a aceptar la verdad, después de divertidas escenas, mientras el objeto de su "amor" desfallece cuando se acaba la cuerda;
                                                                                   

 las gafas con que han provisto a Hoffmann para que no vea la realidad, se rompen cuando cae al suelo, tras un  frenético baile con la muñeca, Hoffmann se da cuenta, entonces, del engaño, y sale huyendo mientras los estudiantes se burlan de él.

En el segundo Acto, se nos presenta otro de los amores de Hoffmann, la delicada Antonia.
                                                                     

Hija de una famosa cantante, que, en la creencia de su marido y padre de Antonia, ha muerto debido a la práctica de su arte, vive un romántico y apasionado amor con Hoffmann, al cual se opone su padre.

Antonia desea ser cantante como lo fue su madre, pero encuentra la oposición, no solo de su padre sino de Hoffmann, enterado de su "destino", si así se pueden llamar los interesados augurios del doctor Miracle, charlatán y adivino que su padre ha consultado.
                                                                   

Sin embargo Antonia, después de muchas dudas, y de invocar a su madre, que le contesta desde el mas allá, decide seguir su vocación y convetirse en cantante.

En el siguiente acto la protagonista es la cortesana Giulietta, encargada por el malvado Dapertutto, a cambio del regalo de unos valiosos diamantes, de seducir a Hoffmann y robarle su sombra.

Después de diversas maniobras de Giulietta, Hofmann que se ve cada vez mas atraído por ella, le pide la llave de su dormitorio a un antiguo pretendiente, al que ella robo su sombra en otro tiempo, que está celoso de la cortesana, y al negarse a darle la llave, Hoffmann lo mata y y ciego de amor promete a Giulietta regalarle su sombra y su imagen.

Para acabar, en el Epilogo Hoffman sigue en el café en el que relato sus cuentos fantásticos, esperando la llegada de su actual amor Stella, a la cual, en un estado de ofuscación, confunde con Olimpia, Antonia y Giulietta, hasta caer en la inconsciencia.

Complicado argumento de amores y fantasmas, tal como se espera de Hoffmann, muy bien acompañado de la música de Offenbach.

La representación de esta ópera ha sido, algo así, como la despedida o broche final de la labor del desaparecido director del Teatro Real Gerard Mortier, que lo tuvo por uno de sus proyectos principales.

Lamento su fallecimiento, hacia mas o menos un mes, pero no así el final de sus trabajos en el Teatro Real, aun reconociendo que ha programado óperas que pocos se hubieran atrevido a poner en escena, alguna de las cuales, como por ejemplo el "San Francisco de Asis" de Olivier Messiaen, me gusto mucho haber visto.

En esta ocasión, el carácter romántico y fantasmal de los cuentos, ha sido sustituido por un intento, muy frecuente hoy día, de llevarle la contraria al libretista, al compositor y a la época en que fue escrita y representada esta ópera, para convertirla en un espectáculo absurdo de un fallido surrealismo.

El director de escena suizo Christoph Marthaler y la escenógrafa y figurinista alemana Anna Viebrok han trasladado la acción desde el  café original, a las dependencias del Circulo de Bellas Artes de Madrid, y los clientes habituales de un bar, se han sustituido por estudiantes de arte, que pintan modelos, subidas en una alta tarima, en "pelotas" o mas correctamente, desde el punto de vista del lenguaje, completamente desnudas.

                                                                 
Como debe ser muy cansado estar inmóvil en una postura, o por el motivo que le ha parecido oportuno al escenógrafo, cada diez minutos la modelo desciende parsimoniosamente de la tarima y es sustituida por otra. Una autentica mamarachada, vamos!

El constante trasiego de extras sin ningún papel, hace que se pierda el hilo de la trama e incluso de la música.

Nos toco el segundo reparto, de manera que el director de orquesta fue Till Drömann, que manejo con soltura los magníficos momentos musicales que ofrece esta bella ópera. Hubo algún desajuste, sobre todo con el coro, que cantaba fuera de la escena, pero en conjunto sonó bien.

El duro papel de Hoffmann, ya que permanece en escena practicamente durante toda la representación, corrió a cargo del tenor francés Jean-Noël Briend, que combina su excelente condición musical, con sus dotes interpretativas.

Entre las protagonistas femeninas destacaron la soprano macedonia Ana Durlovski en el papel de Olimpia, que interpreto maravillosamente, y Measha Brueggergrosman, en los papeles de Antonia y Giulietta, a la cual habíamos tenido la ocasión de oír en Ascensión y caída de la ciudad de Mahaggony, hace varios años, en ese mismo Teatro Real, cuya potente voz se adapta mas al papel de la sensual Giulietta que a la dulce Antonia.

El resto del elenco muy bien y sobre todo el coro, como ya nos tiene acostumbrados.

A pesar del disparate escénico y los desafortunados intentos de distraernos con movimientos ajenos a la ópera, disfrute de la vibrante y pegadiza música de Offenbach y de su obra.