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viernes, 15 de mayo de 2015

Ultimo día en la Gomera. Sur de la isla y regreso en el ferry

                                                                         
Para nuestro último día en la Gomera, que podíamos aprovechar pues el ferry salia hacia Tenerife a media tarde, amaneció nublado y mas frío, y la niebla casi no levanto en todo el tiempo.

Después de un opíparo desayuno, de esos que no se necesita comer al mediodía, nos dirigimos al sur la isla, para recorrer uno de sus lugares mas turísticos, Playa Santiago.

La carretera que lleva hasta allí no se diferencia de las demás de la isla en cuanto a curvas, subidas y bajadas, superando tajos, paredes basálticas, barrancos y demás accidentes montañosos, así que tardamos en recorrer los 37,5 km que separan Playa Santiago de San Sebastian, mas tiempo del que parecen decir esos km; ya sabemos que en la Gomera no hay que hacer caso al número de km, sino a las dificultades del terreno.

Playa de Santiago pertenece al municipio de Alajero, de que cuyo núcleo histórico, que está en la montaña, le separan unos 10 km., es el lugar mas turístico y mas poblado del sur de la Gomera, con importantes instalaciones hoteleras.

El origen de su desarrollo tiene ya un siglo de antigüedad, cuando en el pequeño pueblo de pescadores se instalan, en 1.917, la Sociedad noruega Nowga, que establece dos fabricas de conservas, que llevan a la construcción de viviendas para los trabajadores, y una década después, la firma agrícola Los Rodriguez López, con lo que la agricultura de regadío experimenta un notable auge, y se cultiva el plátano y el tomate, para su exportación. Este régimen económico dura hasta entre los años 50 y 60 del siglo pasado, para desaparecer casi por completo, cuando se produce una de las crisis periódicas y endémicas en la Gomera, como, por otro lado, también en el Archipiélago, que produce el abandono de los cultivos y el cierre de las fábricas de conservas.

En los últimos años la economía se va consolidando alrededor del turismo, y de los servicios, con la apertura de un gran complejo hotelero, como es el Hotel Jardín de Tecina, magnifica instalación, ubicado en el acantilado llamado Loma de Tecina, que tiene el Golf Tecina, único en la isla;
                                                                         

 y las mejoras en el puerto, tanto para la pesca, como para puerto deportivo.
                                                                   

La playa de la localidad es de las mas grandes y soleadas de la isla, pero no de es arena, ya que es necesario saberlo para ir provisto de sandalias de plástico, que no se pueden quitar para entrar en el agua, si no se quiere tener problemas con los pies. No hacia sol la mañana que pasamos allí, circunstancia mejor para pasear a todo lo largo de la playa, pues el sol en cualquier isla canaria es siempre intenso.
                                                                 

En el municipio de Alajeró, cerca de Playa Santiago, se encuentra el aeropuerto de la Gomera, antigua revindicación de los habitantes de la isla, que fue la última isla en tener conexión aérea, inaugurado en 1.999, pero, hay que decirlo, solo tiene actividad interinsular, pues, debido a las dificultades del terreno, en cuanto a, por otro lado su maravillosa geografía, dispone solo de una pista, demasiado corta para grandes aviones.
                                                     

Playa Santiago dispone de una linea de ferry, que desde allí va Valle Gran Rey, luego a San Sebastian de la Gomera y después hasta el puerto de Los Cristianos, en Tenerife.

Así que dimos un largo paseo por lo que podríamos llamar, un tanto exageradamente, paseo marítimo, encontrándonos en primer lugar la Ermita del Carmen, que empezó siendo una capillita dedicada a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, se fue agrandando con el tiempo y acabo, como se puede ver, casi como iglesia.
                                                               
       
Seguimos hasta el final del paseo donde está una parte de la instalación hotelera del Hotel Tecina, con alguna piscina y una agradable terraza llena de turistas europeos.

El Hotel Tecina fue construido en 1.987 y recibe mas de 300.000 visitantes al año, entre españoles y europeos. Cuenta con 70.000 m2, de los cuales 35.000 son de jardín, donde además de la palmera autóctona, hay especies vegetales de todo el planeta. Sus instalaciones son un referente turístico de las Islas Canarias, es un motor de creación de empleo y se encuentra integrado en la vida económica, social y cultural de la Gomera.

No subimos a la parte alta del hotel, nos conformamos con lo que se veía desde abajo, que ya era prometedor.

Llamaban la atención los campos de plataneras, que llegan casi hasta el mar, y que siguen presentes en Playa de Santiago.
                                                                   
                                                                                        
Continuamos nuestra excursión llegando hasta el casco histórico de Alajeró, donde se produce la sensación del tiempo detenido, como en otros lugares de las islas. Tanto el entorno, la geología, y la absoluta tranquilidad, creo que no vimos a ningún ser humano mas que nosotros dos, en el tiempo que permanecimos allí, llevan a esa percepción.

Alajeró es un municipio en forma de triángulo isosceles, con el vértice en las alturas, y la base en Playa de Santiago y otras playas del sur. Tanto los aborígenes, como después, los colonos preferían vivir lejos del mar, repleto de peligros, como piratas de toda calaña, tempestades marinas, o simplemente el peligroso océano, de manera que ocupaban las alturas.

                                              
A través de su historia ha ejercido de granero de otras localidades, e incluso hubo producto excedente que se destino a la exportación, de manera que la población fue aumentando, desde sus inicios en los primeros años del s. XVI, hasta poder segregar su iglesia del Salvador, su primer templo, de la parroquia de la Asunción de San Sebastian de la Gomera, ya avanzado el s. XVII.
                                                                         

La historia de Alajeró comienza con la conquista de la isla en los albores del s. XV, cuando, su escasa población aborigen, se integra y se mezcla con los nuevos colonos y pasa a ser un feudo de los Señores de la Gomera, hasta la abolición del régimen señorial en el primer cuarto del s. XIX.

Sus casas encaladas, de estilo canario, son encantadoras, pero sin duda su principal monumento es la Iglesia del Salvador, que se encuentra en una preciosa placita, adornada con los arboles autóctonos, y escasos hoy día, las sabinas.
                                                                       

Se ha dado el año de 1.550 como el de la construcción de la iglesia de El Salvador, aunque puede que sea aun mas antigua, pero todos los documentos referentes a su fundación han desaparecido en los avatares de la historia, de manera que las noticias antiguas que se tiene sobre ella, son, podemos decir, no directas sino laterales, pero en todo caso es uno de los templos mas antiguos de la isla.
                                                                           

Todas las iglesias de la isla están siempre abiertas, tanto para los feligreses y devotos como para los visitantes, a si que no tuvimos problemas para entrar en su interior, Como eran los días de la Semana Santa el altar estaba debidamente cubierto, como antes se hacia en todas las iglesias, para mostrar el dolor por la muerte de El Salvador.

Sin embargo  pudimos ver el Cristo Crucificado, sobresaliente talla del s. XVI, una de las mas antiguas de la isla.
                                                                       
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Un breve paseo por el centro del pueblo, que nos encanto, acabo nuestra visita a Alajeró
                                                                       

Desde allí bajamos primero por la casi planicie en que esta Alajeró, para seguir luego por curvas y cuestas, hasta llegar a San Sebastian de la Gomera.
                                                                             

Nos quedaba aun algo de tiempo, hasta la salida del ferry, que aprovechamos paseando de nuevo por el paseo marítimo, y luego por el muelle.

Habíamos disfrutado mucho de la isla, y de muchas, aunque no todas sus ofertas en paisaje, clima y naturaleza.

viernes, 8 de mayo de 2015

3er día en la isla de la Gomera: Hermigua, Agulo

                                                                           
Antes de emprender una nueva excursión dimos una vuelta por nuestra base, el Parador, que merece una detenida visita.

El Parador Conde de la Gomera fue inaugurado, en 1.972 y restaurado en 2.003. Esta situado en el llamado Lomo de la Horca, en la entrada misma del puerto de San Sebastian, y tiene unas extraordinarias vistas sobre el puerto, la ciudad,
                                                                   

y, por tiempo claro, la isla de Tenerife y su imponente volcán, el Teide, y el oceano, a perderse de vista.                                                                             

En esta foto con el ferry entre islas, acercándose a la isla,
                                                             

La arquitectura del Parador, inspirada en el arte colonial de las antiguas casonas canarias, es evocadora.
                                                                             

 Cuenta con un exuberante jardín
                                                                                 

 y varios pabellones donde resguardarse del sol, tanto alrededor de la piscina, como en el jardín.
                                                                                         

Tiene agradables rincones donde tomar una bebida o unas tapas.
                                                                                     
                                                                             
Los salones, que tienen las ventanas con grandes cortinas, que producen una agradable penumbra, están surtidos de muebles de época. En fin, un agradable lugar donde pasar algunos días.
                                                                                   

Después de este recorrido por nuestra base, nos dirigimos al norte de la isla, para visitar Hermigua.

Hermigua, que cuenta con cerca de 2.200 habitantes, dista 20 km de San Sebastián, pero en la isla el tiempo, en carretera, no se mide en km/hora, sino en curvas, subidas y bajadas.

Para recorrer esos 20 km desde la capital, se atraviesa de nuevo la parte alta de la isla cubierta por el bosque de El Cedro, en el Parque Nacional de Garajonay. Al ir bajando, la laurisilva que tiene su propia cota determinada por la lluvia horizontal, cambia a una exuberante vegetación, que cubre sus montes, hasta llegar al valle donde se asienta la población, uno de los mas fertiles de la Gomera.

Hermigua se halla enclavada en un barranco que acaba en la playa de Santa Catalina, con grandes plantaciones de plataneras, que hacen un bello contraste con el azul del mar, y acaba en el pescante de Hermigua.
                                                           

Los  pescantes fueron construidos en las costas de algunas islas, para paliar la falta de infraestructuras viarias y portuarias. En la Gomera fueron tres los que se instalaron, en los tres municipios del norte de la isla: Hermigua, Agulo y Vallehermoso, para facilitar el movimiento de personas y mercancías, en una época en la que no había ningún puerto, ni ninguna carretera, en la isla.

Estas estructuras fueron fruto de la iniciativa privada que necesitaba exportar los productos agrícolas que se habían introducido en la Gomera, principalmente plátanos y tomate, y que necesitaban una rápida salida.

A finales del s. XIX se estableció en la isla la compañía inglesa Fyffes, dedicada al cultivo y exportación del tomate y el plátano, actividad que conocían bien. En esos momentos los propietarios de tierras y algunos emigrantes regresados de Cuba, donde habían hecho fortuna, se reunieron en la Sociedad La Unión, para construir el pescante de Hermigua, que cambiaría la economía y la vida del pueblo.

Así el pescante de Hermigua fue comenzado en 1.907, en el lugar de la costa llamado El Peñón, e inaugurado en 1.908.

El pescante consistía en una gran estructura de bloques de hormigon, que sostenían un remolque movido por una maquina de vapor, en el que se cargaban los productos agrícolas, que eran depositados en el barco y transportados hasta San Sebastian,
                                                               

Las personas tenían que utilizar un doble traspaso, en primer lugar subían a un cesto en el que sufrían el transporte hasta una barcaza, desde la que eran izados hasta el barco, operaciones complicadas, tanto la de mercancías, como, sobre todo, la de viajeros, por las corrientes y fuerte agitación del mar en esa costa y que sin embargo supuso para Hermigua y la Gomera un gran desarrollo, durante unos 50 años, ya que la primera carretera de la isla no se comenzo hasta 1.915 y no se acabo hasta 1.949.

Hoy día, del pescante, que fue desmontado en 1.950, quedan unas grandes pilastras de hormigon que siguen resistiendo el envite del mar, y a cuyo lado hay una piscina seminatural, utilizada por los habitantes del lugar para su disfrute.
                                                               

La desaparición del pescante de Hermigua supuso el declive del pueblo, que se vio privado de su principal actividad económica, y llevo consigo el descenso demográfico debido a que mucha gente emigro a Cuba u otros lugares de América, de tal manera que la población actual es menos de la mitad que en la época dorada, en que funcionaba el pescante.

El origen del municipio tuvo lugar en el s. XVI, con la creación de Valle Alto, primer núcleo de población, situado al lado de la iglesia y convento de Santo Domingo; años después, en 1650, al levantar la iglesia de la Encarnación, se creo otro núcleo de población, el Valle Bajo.

Hermigua se constituyo en Ayuntamiento después de la abolición del régimen Señorial en 1.812, Tras innumerables avatares, entre guerras, regímenes y luchas locales entre el Valle de Arriba y el Valle de Abajo, la implantación definitiva del Ayuntamiento se consiguió en los años 40 del siglo pasado, contribuyendo a ello, no poco, la construcción de las vías de comunicación.

Todo el viaje hasta llegar a Hermigua es un espectáculo de la naturaleza, que queda aun mas patente a la llegada.

En primer lugar destacan los dos gigantescos roques Pedro y Petra que, podríamos decir, protegen el lugar; no se si los primeros pobladores de la Gomera les rendían culto, como algunos pueblos primitivos hacían a las montañas o accidentes pétreos, pero en todo caso lo merecerían.
                                                             
                                                               
En Hermigua la vista no se cansa de mirar en cualquier dirección pues, todo es esplendoroso,
                                                                         

En el Valle Alto se encuentra el antiguo convento dominico, de San Pedro Apóstol


Antes de fundarse el convento, existía, desde el s. XVI en el Lomo de San Pedro una ermita con la misma advocación, alrededor de la cual se formo una población y que con el tiempo paso a depender de la iglesia de la Asunción de San Sebastian, cuyo obispo mando a Hermigua, entonces Valle de Arriba, a un beneficiado eclesiástico para que residiera allí.

Posteriormente y debido, seguramente, a las presiones del vecindario, se pidió la fundación de un convento de Predicadores.

Los primeros monjes dominicos llegaron en 1.610, aunque ya tenían la propiedad de la antigua ermita desde hacia cuarenta años, pero sus problemas con los beneficiados de la iglesia de la Asunción les habían impedido fundar el convento, y también provoco la fundación de una nueva parroquia en el Valle de Abajo: la iglesia de la Encarnación.
                                                                                   
                                                                 
Durante el s. XVIII se amplio y restauro el convento que hasta entonces había aprovechado como iglesia, ampliándola, la antigua ermita.

El convento desapareció en 1.821, como otros muchas conventos en las Islas Canarias, vendiéndose sus propiedades a particulares.

Los frailes dominicos no solo transformaron la vida espiritual del pueblo, sino que también contribuyeron al desarrollo cultural y local. El s. XVII fue su mayor época de esplendor, en el que el convento fue elevado a priorato.

Visitamos este precioso y evocador lugar por fuera de la iglesia, y también a su interior.
                                                                     

Continuamos después subiendo para dirigirnos a Agulo, pero tuvimos que parar, pues al torcer de una curva nos encontramos con la mas espectacular vista del Teide, que se puede ver desde la Gomera, y, que conste que hay varias, desde el Mirador de La Punta de Alcalá.


¡Que belleza! con esos azules y con esa estampa mítica.

Después de un rato seguimos hasta Agulo.

Agulo es la población mas alta del norte de la Gomera, y también la de menor número de habitantes, alrededor 1.200 personas, y al mismo tiempo su casco antiguo tiene casas bien conservadas, en  estilo canario, con calles empedradas, de lo mejor de la isla.

Enclavado a los pies de una gran pared de basalto, es un precioso balcón verde sobre el mar; sus abruptas montañas, trabajadas en terrazas de cuando el campo era la mayor, por no decir, la única fuente de ingresos, la vista del Teide, muy parecida a la del mirador de Hermigua, pero aun mas impactante, han hecho que se la llame "el bombón de la Gomera".
                                                                   

Agulo fue fundado en 1.607 por gentes procedentes, en gran parte, de la comarca tinerfeña de Daute, actualmente Buenavista del Norte, a las cuales se les repartieron tierras, lo cual obedece a varias razones; una de ellas es el establecimiento previo en la Gomera de algunas personas procedentes del norte de Tenerife, otra, la estrecha relación con la villa de Garachico en Tenerife, ya que era mas fácil la relación de estas regiones por mar, que por los malos caminos e inexistentes carreteras; y por último, pero no menos importante, la crisis económica que se produjo en Daute en la primera década del s. XVII, que llevo a sus habitantes a emigrar a otros lugares.

Sin embargo el verdadero poblamiento de Agulo se produjo a finales del s XVII, bajo la jurisdicción municipal de Hermigua, de la que no se separo hasta 1.739, en que se constituyo el Ayuntamiento de Agulo y se independizo la parroquia de San Marcos.

Hubo en Agulo desde los tiempos de su fundación una ermita dedicada a San Marcos, probablemente por la devoción que tenían sus primeros pobladores procedentes de Tenerife, a este santo, patrono de la villa tinerfeña de Icod.

La ermita, de pobre factura, se fue ampliando, tanto por los deseos de sus párrocos, como por las necesidades de los feligreses, añadiéndole algunos objetos de culto e imagenes de Cristo, la Virgen María y los santos, su mayor desarrollo se produjo con la independencia de Hermigua, en que fue ampliada con otra nave, al lado de la única que tenia hasta entonces, dotándola de mobiliario, retablo, sagrario y tabernáculo.

Diversos avatares, como riada de 1.770 y otras desgracias, hicieron que en el s. XIX, la iglesia de San Marcos estuviera ruinosa, y aunque se procedió a repararla y pavimentarla, por último hubo que construir una nueva iglesia, en el mismo lugar, cuyo diseño corrió a cargo del arquitecto Antonio Pintor.
                                                                 


                                                                     

La iglesia esta en una agradable placita, a uno de cuyos lados se encuentra el Ayuntamiento
                                                                 
                                                             
Continuamos nuestro paseo por el casco histórico, como he dicho mas arriba, con casas y casonas de gran sabor canario
                                                           
   
hasta llegar al barrio mas alto, donde encontramos una terracita con vistas, y donde estaba anunciado un surtido de platos de la gastronomía local, pues era un establecimiento dedicado a la cocina gomera.
                                                                 
                                                                    
No teníamos demasiado apetito, a pesar de ser la hora de comer, porque habíamos tomado un generoso desayuno, pero sí queríamos beber, pues el tiempo era cálido, y estábamos cansados de nuestro recorrido, así que pedimos un par de jarras de cerveza y una especialidad gomera: almogrote, un queso de cabra al que añaden mojo rojo y no se si alguna cosa mas, y que es muy rico; especialmente bueno era el que nos sirvieron, hecho artesanalmente y mejor que el que se compra en la tienda, envasado.
                                                                 
                                                             

                                                                           
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Desde la terraza podíamos ver el verde paisaje y la isla de Tenerife, con su gran volcán.

Volvimos después a San Sebastian donde aun tuvimos tiempo de caminar por la playa y por el Paseo Marítimo, que es una verdadera delicia.

miércoles, 29 de abril de 2015

2º día en la isla de La Gomera, Parque Nacional de Garajonay, Valle Gran Rey, Vallehermoso

                                                                                         
   
Hoy nos disponíamos a ver la parte central y norte de la isla de la Gomera, así que tras un estupendo desayuno en el Parador, salimos de buena hora hacia el centro de la isla, con intenciones, para aprovechar la temprana hora, de pasear un par de horas por el Parque Natural de Garajonay.

Todas las carreteras de la Gomera, en general, son empinadas y con muchas curvas.

El aire de abril era límpido y se veían los relieves de acantilados, simas y montañas con toda precisión.

Nuestra primera parada fue en el Mirador de la Lomada del Camello, desde el que se ve gran parte de San Sebastian y como fondo, una de las mejores panorámicas del Teide, la cima mas alta de España, en la vecina isla de Tenerife, que parece presidir o amparar la isla de la Gomera.

El mirador se encuentra en el cauce del barranco de La Villa, en cuya desembocadura está el principal puerto de la isla, el de San Sebastian.

Enseguida encontramos lo que se podría llamar puerta de entrada al Parque de Garajonay, uno de los accidentes geológicos mas emblemáticos y conocidos de la isla, el Roque Agando.
                                                                           

Este enorme pitón traquifonolitico, antigua chimenea volcánica, rellena de lava, de 1.182 m de altura, destaca sobre los otros tres roques que forman el Monumento de los Roques, los de Ojila, la Zarcita y Carmona
                                                                                 
                                                                     
El paisaje que se divisa desde el Mirador del Roque Agando es magnifico; como nuestra visita se realizaba en primavera, todo el suelo estaba cubierto de plantas en flor, formando a veces cascadas floridas, debido al enorme desnivel.
                                                                     

Y, al fondo, a través del mar, que aquí no se veía, el Teide.

En este lugar, el 11 de septiembre de 1.984, se produjo un pavoroso incendio, que tardo mas de una semana en ser controlado y extinguido, en el que murieron veinte personas.

Entre las víctimas del incendio se encontraban desde autoridades, como el gobernador civil de la provincia, Francisco Javier Afonso Carrillo, que se traslado desde su residencia en Tenerife a las inmediaciones del Roque Agando donde el incendio presento su mayor furor, y su séquito, que fueron abrasados por las llamas, ante un cambio imprevisto de la dirección del viento, hasta excursionistas, que se presentaron voluntarios ante la convocatoria realizada para tal fin, a base de megáfono, en San Sebastian, todos gente conocida, tanto en el Gomera como en Tenerife.

Los medios contra incendios que existían entonces, no pudieron acabar con el fuego hasta ocho días después de iniciado.

Al lado del Roque Agando hay una placa commemorativa de este desgraciado acontecimiento, con el nombre de cada uno de los fallecidos.
                                                                   

Por cierto que los incendios han continuado, por desgracia, en la Gomera, como el último, acontecido el 4 de agosto de 2.012, que tras cinco días, penetro en el Parque y arraso una pequeña parte, durante dos semanas. Hay que saber que, al contrario que el pino canario, que se recupera del fuego, y rebrota, los arboles de la laurisilva no se regeneran y lo que queda quemado, no se recupera.

Enseguida llegamos al Parque de Garajonay, sobre cuyo nombre hay una conocida leyenda de los amores entre la bella Gara y el apuesto Jonay, que había venido de Tenerife, y que ante la oposición de sus familias para su unión, decidieron suicidarse, en el punto mas alto del bosque de El Cedro, muriendo juntos.

Hay dudas sobre el origen de la leyenda e incluso sobre el nombre de los protagonistas, puesto que en idioma beréber, la traducción de Garajonay es Roque Alto, pero, esta versión isleña de Romeo y Julieta, es bien bonita.

El Parque Natural de Garagonay es una amplia zona de laurisilva, en la que es fácil caminar, pues los brezos, tan grandes como arboles, los tilos, las fayas y los demás arboles y arbustos, ofrecen una deliciosa sombra, y preciosos senderos, donde se siente uno transportado a eras lejanas.

El parque, declarado Parque Nacional en 1.981, tiene el único curso continuo de agua dulce permanente de todas las islas, y la mayor altura de la Gomera, el Garajonay de 1.487 m sobre el  nivel del mar, cerca de veinte especies arbóreas, gran cantidad de plantas con flores, muchas de las cuales endémicas canarias, algunas exclusivas del parque, y una variada fauna, con muchas especies únicas.
                                                                             
                                                                             
 Caminamos unas dos horas por el parque, haciendo la ruta circular por el sendero de El Reventón.
                                                                 
                                                                     
La Gomera es una sucesión continua de valles, barrancos, roques, acantilados y playas que proporcionan impresionantes paisajes.

En el camino que habíamos tomado hacia Valle Gran Rey, tuvimos que parar, para disfrutar de una de las mejores vistas de la isla, en el Mirador del Santo, que se encuentra suspendido en los riscos del Monumento Natural del Lomo del Carretón, desde donde se domina la amplia cuenca del barranco de Taguluche, con el caserío del mismo nombre, que se esparce por las laderas de la cuenca.
                                                           

Desde este mirador se tiene la mas bella panorámica del oeste de la isla, y con tiempo claro, como era el día de nuestra excursión, se ven las islas de La Palma, mas cerca,
                                                                   
                                                                       
 y de El Hierro, un poco mas lejana.
                                                                 
                                                                     
Los imponentes riscos, tajos y vegetación también impresionan.
                                                             

La llegada a Valle Gran Rey es un gran espectáculo, por las terrazas de los antiguos cultivos, salpicadas con gran cantidad de palmeras datileras, de las cuales hay en toda la isla, y cuya variedad es canaria.
                                                                        

En tiempos prehispanicos, este territorio, junto a la vecina comarca de Chipude, perteneció al cantón aborigen de Obone.

 Después de la conquista la población se asentó en la zona alta, donde los condes de la Gomera, señores de la Gomera durante mas de tres siglos, tenían una de sus residencias principales.

La ocupación de la zona baja, el valle, propiamente dicho, no se produjo hasta la segunda mitad del s. XVIII, introduciéndose un siglo después, a finales del XIX, los cultivos de plátanos y tomate, destinados principalmente a la exportación, actividades agrícolas que produjeron un destacado crecimiento de la zona costera, donde se situaron los principales núcleos de población, como La Calera y Vueltas. 

 Al separase del mencionado Chipude en 1.812, la capital del nuevo municipio se instalo en Arure, lugar en el que permanecio hasta su traslado a La Calera, en 1.880, por decisión del alcalde de la época. No sería hasta 1.927 cuando quedaron unidas en una sola municipalidad la zona alta y la costera, y fue en 1.940 cuando se produjo el cambio de nombre al actual de Valle Gran Rey.  

En la actualidad la mayor parte de la población se sitúa en las margenes del barranco, entre pequeñas huertas y palmeras datileras, mientras que en la costa el pequeño puerto de Vueltas es la base de una importante actividad pesquera y turística.
                                                                     

Hasta hace no muchos años el escarpado relieve del municipio, con profundos barrancos y riscos verticales, ha condicionado las comunicaciones, cuando solo existían caminos empinados y serpenteantes, que, en la actualidad, sirven para gran cantidad de senderistas y montañeros.

Aunque la base de la economía ha sido la agricultura y la pesca, en los últimos lustros han perdido importancia a favor del turismo, tanto residencial como de visita, gracias a su excelente clima, sus playas, sus imponentes paisajes y su oferta de viviendas desocupadas, debido a la emigración, que ofrecen precios económicos, y que, recientemente, han ido acompañados de la construcción de apartamentos turísticos que han aumentado, podíamos decir, demasiado. 

Cuando llegamos a la zona costera de Valle Gran Rey, había llegado la hora de comer, así que nos asentamos en una terraza con vistas sobre la playa, que es la mas extensa de la isla, de fina arena negra y gran longitud, a disfrutar de un rato de sosiego.
                                                                         


Después de comer y de dar un paseo por la playa seguimos nuestra excursión hasta llegar a Vallehermoso, otros de los importantes pueblos de la Gomera.
                                                                   

Vallehermoso esta situado en uno de los valles mas fértiles de la isla, al pie de la mole volcánica que es el Roque Cano, que junto con  el palmeral de Tamargada, de donde se extrae la apreciada miel de palma, le dan un atractivo especial.
                                                                 

Vallehermoso es el mayor municipio de la isla, pues va desde el norte hasta el sur de la misma, con magníficos paisajes.

Después de constituirse la primera parroquia, en 1.678, Vallehermoso tuvo un gran desarrollo agrícola, por el cultivo del viñedo, producción de vino y exportación a Inglaterra, y otras industrias, como la maderera, llegando a ser el núcleo con mas habitantes de la isla, hasta que, cuando desapareció el comercio del vino, entrar en una gran decadencia económica y demográfica, con gran aumento de la emigración a América, sobre todo a Cuba y Venezuela.

Al llegar recorrimos el pueblo que conserva mucho sabor, con algunas casonas, legado de su mejor época, y rincones que hacen pensar en el tiempo detenido.
                                                                     

También visitamos su bonita iglesia de San Juan Bautista, de principios del s. XX.
                                                             

y por último nos sentamos en la terraza de un bar en la plaza del pueblo, a disfrutar del tiempo, que estaba fresquito.
                                                                         

Al volver hacia San Sebastian, atravesando de nuevo la cima de la isla, que es el Parque de Garajonay, pudimos ver la parte quemada por el último incendio, que como he dicho es irrecuparable.¡¡ Lastima de incendio!!

Todavía nos quedaba un mirador para parar, y eso que nos saltamos algunos, de los muchos que abundan en la isla, el Mirador del Roque de Tajaque, desde el que se ve la Reserva Natural de Benchijigua, una amplia caldera, cabecera del barranco de Santiago.
                                                                     

Día bien aprovechado este 8 de abril, en un momento en que ver la naturaleza con sus mejores galas es una delicia.

Un rato de descanso en el Parador, y unas cuantas tapas en el bar completaron el día.