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jueves, 22 de noviembre de 2018

Grecia, 8º día. Atenas, Museo de la Acropolis


El viaje llegaba a su fin, teníamos la mañana libre, ya que el traslado al aeropuerto se haría después de comer, así que aprovechamos para ver otra de las muchas joyas de Atenas, podría decirse de obligada visita, el Museo de la Acrópolis, donde están magníficamente expuestos los hallazgos y restos arquelógicos encontrados en la misma Acrópolis.

El Museo de la Acrópolis es un necesario complemento de la visita a la propia Acrópolis, que ayuda a apreciarla y comprenderla mas.

Un antiguo museo se había establecido en el interior de la Acrópolis, con los materiales encontrados, cuando los turcos se retiraron de Atenas, en 1.833, después de 377 años de dominio.

Este pequeño museo, y otro mas amplio que hubo después, no podía contener todo lo que se iba descubriendo en las excavaciones arqueológicas, de manera que se decidió hacer un museo fuera de la Acrópolis; este nuevo y magnifico museo se inauguro en 2.009 y su elevado coste, que asciende a unos 130 millones de euros, ha sido financiado entre Grecia y la Unión Europea.

Tras el desayuno fuimos andando desde el hotel hasta el museo, subiendo, trayecto que ya conocíamos, hasta llegar a la calle Dionisio Aeropagita, pasando al lado del palacete de la Embajada de España, y una escalinata que lleva directamente a la entrada del museo.

Se trata de un edificio de arquitectura contemporánea, con estructura de hormigón, acero y cristal que le proporciona una gran transparencia. Su diseño trata de aprovechar al máximo la luz natural, para resaltar las 4.000 piezas expuestas.

El concurso internacional para adjudicar el proyecto fue ganado por el arquitecto estadounidense-suizo Bernard Tschumi y su socio el arquitecto griego Mijalis Fotiades.

El museo tiene tres plantas.

Al entrar en la planta baja, el visitante se encuentra con los restos arqueológicos encontrados en el solar donde está construido el Museo, datados entre los s.s. IV a VII d.C, situados mas abajo del nivel de la planta, que se pueden contemplar perfectamente.
                                                     


En esta planta, está la "Sala de las laderas de la Acrópolis" donde hay varías maquetas de la colina de la Acrópolis y sus laderas, en las que puede apreciar la evolución de los diferentes edificios que la ocupaban desde la época clásica hasta  nuestros días

Desde esta planta se asciende por una leve pendiente, que quiere recordar la subida a la Acrópolis. En sus vitrinas se exponen hallazgos provenientes de los santuarios que estaban excavados en la roca.
                                                                       

En el primer piso se encuentra la "Sala de las obras arcaicas" dedicada a las obras arcaicas de entre los s.s. VIII a V a. C., donde al entrar en la sala salta a la vista el" Frontón de la leona", que perteneció al edificio mas antiguo de la Acrópolis, el Templo Viejo o Hekatompedon, templo dórico construido en el mismo lugar que luego ocupo el Partenón clásico.
                                                                 

En la sala se exhiben majestuosas esculturas de los periodos arcaico y clásico, que un día adornaron los primeros grandes templos de la Acropólis; las estatuas están dispersas a lo largo de una gran galería, que evoca una muchedumbre en el ágora
                                                                     

                                                                           

                                                                                 

Entre ellas destacan, por citar algunas de las que mas me impresionaron, la Atenea Polias, que se veneraba en el Templo Viejo o Hekatompedon


 Una de las varias que alli se exhiben, la Kore del peplo, con enigmática sonrisa
                                                               

y el Moscóforo, estatua de mármol de 165 m de altura, que representa a un muchacho portando un carnero a los hombros, considerada una de las obras maestras del periodo arcaico


La segunda planta no está dedicada a exposición, sino que está ocupada por una cafetería, pero desde la que se tienen inmejorables vistas del lado sur de la Acrópolis y del palacete de la Embajada de España.

Una parte de esta planta está ocupada por cinco de las seis cariátides, figuras femeninas esculpidas, que hacen función de columna, con un entablamento que descansa sobre su cabeza, y que formaban parte de la Tribuna de las Cariátides del templo Erectión en la acrópolis. La cariátide que falta se encuentra expuesta en el Museo Británico de Londres, a donde fue llevada a principios del s,. XIX por Lord Elgin.
                                                                               

                                                                           
Seguimos subiendo hasta la tercera planta, donde se halla la "Sala del Partenón", la galería de mármoles del Partenón,  donde se exhiben, por primera vez en su orden original, los famosos relieves del friso que representaba la procesión de las Panateneas.

El giro del edificio en ese nivel permite contemplar los mármoles en la posición exacta que ocupaban en el Partenón.

Aunque el legado de Lord Elgin comprende, expuesto en la sala dedicada en exclusiva a Partenon, buena parte del friso y las metopas del mismo, en el Museo de la Acropolis han reservado el sitio necesario cubierto actualmente por copias en yeso de los que hay en Londres, para el hipotético caso de que sean devueltas a Grecia. Por el momento, tanto en la correcta conservación de los mármoles, como en el numero de visitantes, interesados en la cultura griega, gana, de forma abrumadora,  la capital de la Gran Bretaña.

Tras ver esta sala, con la sensación de habernos sumergido, unas pocas horas, en el fantástico mundo griego y contemplar una vez mas la Acrópolis desde este privilegiado lugar, regresamos al hotel desde donde se salia hacia el aeropuerto.

lunes, 22 de octubre de 2018

Grecia 7º día, Nauplia y Epidauro


Recorrimos los casi 24 km que hay entre Micenas y Nauplia en unos 40 minutos, para llegar a ese precioso enclave.

Nauplia ciudad del Peloponeso, situada en la Argólida, es un  importante puerto del golfo Argólido, y tiene unos 34.000 habitantes.

La mitología afirma que su nombre deriva de Nauplio, hijo de Poseidon, dios de los mares y de la danaide Amimone, y según la tradición, en tiempos legendarios fue una colonia egipcia.

En el s. VII a.C. era una ciudad independiente que formaba parte de la Confederación de la Argólida, pero tras ser conquistada por Argos, otra importante ciudad de la Confederación, en adelante paso a ser el puerto de Argos.

En tiempos de Pausanias, geógrafo e historiador griego del s.II, que recorrió el país, relatando todo lo que encontraba y veía, a modo, podemos decir, de guía de viajes, no encontró, en este emplazamiento, mas que ruinas.

Nauplia permanecio en manos romanas primero, y luego bizantinas hasta el s. XIII, en las que fue semiindependiente, bajo el poder de uno de los últimos señores bizantinos, León Esguro.

 En el s. XII se fortifico la Acrópolis, pero en 1.210 fue conquistada por los francos, que establecieron el señorío de Acaya, dentro del cual estaban Argos y Nauplia. Después de casi 150 años fue vendida a la República de Venecia en 1.389. Venecianos y otomanos se disputaron Nauplia durante los siguientes tres siglos, ocupándola tanto unos como otros, hasta que los venecianos, en su segunda ocupación, construyeron el castillo de Palamidi y fortificaron la ciudad.

El castillo de Palamidi (o Palamedes, en honor al héroe homérico del mismo nombre) se construyo en un corto periodo de 1.711 a 1.713, siendo una fortaleza barroca típica. Para llegar a ella hay que subir 913 escalones de la escalera de caracol que va de la ciudad hasta la fortaleza, aunque para culminar la cima hay mas de 1.000, de modo que tuvimos que pasar de las magnificas vistas que dicen, hay, desde allí, y ver los muros del castillo desde abajo.
                                                         

La disputa acabo en 1.715 en que fue concedida a Turquía, hasta que Grecia la recupero en 1.822, tras la retirada de los turcos, vencidos en  la Guerra de la Independencia Griega.

Durante 11 años, de 1.823 a 1.834 fue capital y sede del Congreso y del Gobierno de Grecia, hasta que la capital paso a Atenas.

Hoy día es un atractivo pueblo, con un casco antiguo lleno de casas neoclásicas y de tabernas portuarias,
                                                                       




Tiene una preciosa bahía, siempre en calma, con muchos veleros y en medio, como un gran adorno, la  isla-fortaleza de Bourtzi, que emerge de las aguas frente al puerto. Su nombre viene de la voz turca que significa la Torre; fue construida por los venecianos en 1.471; el  diseño del castillo es magnifico, ya que se adecua perfectamente a las dimensiones y original forma de la pequeña isla sobre la que se asienta.
                                                                     
                                                                         

El motivo de su construcción fue la amenaza de los piratas que navegaban por aguas cercanas. Desde la estratégica posición de la fortaleza, se podía impedir cualquier ataque a la ciudad.

Estuvo unida a la fortaleza Palimidi del Acronauplia con unas gruesas cadenas, por lo que entones se la conocía como Porto Cadena.

Paseamos un rato por la bahía y el barrio residencial, contemplando el mar, el castillo Bourtzi, lugares espectaculares en este pueblo, al decir de otros viajeros y visitantes uno de los mas bonitos de la Grecia peninsular.

Después de comer seguimos viaje hasta Epidauro.
                                                     

Epidauro fue una ciudad-estado independiente, hasta la conquista de Grecia por los romanos, en 198 a.C. que la incorporaron al distrito de Argólida.

La ciudad fue gobernada por reyes, tuvo una república oligárquica y ejercieron el poder en ella algunos tiranos, volviendo después a la oligarquía.

Conocida en la antigüedad por el Santuario de Asclepio, dios de la Medicina entre los griegos, que fue el mas importante de entre los dedicados a este dios.

Desde el s. XVI a.C. en este lugar se rendía culto a una divinidad sanadora, pero el culto a Asclepio comenzo en el s. VI a.C.

En el santuario se practicaba la medicina combinada con la interpretación de los sueños. Comprendía varios edificios públicos, como un gran templo construido en el s. IV a.C., el tholos, el teatro y algunos otros pequeños templos.

Las ruinas de Epidauro fueron excavadas en el XIX; sacaron a la luz el santuario de Asclepio, un templo de Artemisa, un tholos y mención aparte merece el teatro, uno de los mejor conservados de  Grecia.
                                                                         

Fue construido aprovechando la vertiente de una montaña, según hacían los griegos para los teatros.

Ya en la antigüedad era famoso por la armonía de sus proporciones. Tenia cabida para 12.000 espectadores y una magnifica acústica, y es todavía utilizado en nuestros días, para algunas representaciones.

Paseamos por el teatro y demás restos del parque arqueológico, disfrutando mucho de última visita a la cuna de nuestra civilización, ya que al día siguiente dejábamos Grecia.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Grecia 7º día 2 Micenas


Tras visitar el antiguo Corinto y el canal del mismo nombre, recorrimos los poco mas de 40 km que llevan a otro importante yacimiento arqueológico: Micenas, cuna de la civilización griega.

Según la mitología Micenas, una de las ciudades de la Argólida, fue fundada por Perseo, hijo del dios Zeus y de la mortal Danae, hija del rey de Argos, Acrisio, que construyo las murallas de la ciudad con enormes bloques de piedra y con la ayuda de los cíclopes, que por eso se llaman ciclópeas.


En la Ilíada de Homero, el rey de Micenas, Agamenón es uno de los principales personajes.

Dejando de lado la mitología y la épica, y ateniéndonos mas a la arqueología, los primeros asentamientos estables de Micenas, con algunas viviendas, se fechan entre 3.000 y 2.500 a.C.

Varios siglos mas tarde, hacia 1.900 a.C., los restos de cerámica indican el comienzo de la llegada de tribus griegas a la región.

Las tumbas en fosa halladas en Micenas son de los s.s. XVII-XVI a.C., y sirven para comprender una estructura social de gobierno monárquico y una fuerte influencia minoica, cultura procedente de la isla de Creta.

En Egipto una inscripción de la base de una estatua del templo funerario del faraón Amenhotep III, de la XVIII dinastía, Micenas aparece mencionada, entre otras ciudades griegas, como perteneciente al país Danaya, o de los danaos, denominación que también usaban los micénicos.

Los mayores hallazgos se han encontrado en el periodo de 1.350 a 1.200 a.C., la época de mayor prosperidad de Micenas, entre los que destacan las murallas ciclópeas y el palacio real.

Los restos arqueológicos nos indican que entre 1.200 y 1.150 a. a.C. el palacio sufrió una destrucción, que acabo con la hegemonía de Micenas, cuyas causas son objeto de debate entre los historiadores, como una invasión de los dorios, otra supuesta invasión de los llamados por los egipcios pueblos del mar, revueltas internas, o terremotos, utilización de técnicas del hierro, desconocidas por los micénicos, de manera que hacia 1.100 a.C. la ciudadela sufrió otra destrucción y fue abandonada.

El hundimiento de la civilización micénica dio lugar a un largo periodo de casi cuatro siglos, conocido como Edad Oscura. Los habitantes de Grecia cayeron en una pobre economía de subsistencia, las ciudades desaparecieron y solo quedaron pequeñas aldeas sin apenas crecimiento demográfico y tal fue el hundimiento, que olvidaron hasta la escritura. 

Sin embargo el recuerdo del poder micénico permaneció entre los griegos, y, los hechos narrados por Homero en sus dos grandiosas obras, la Ilíada y la Odisea sobrevivieron a la catástrofe, gracias a la tradición oral, recitados durante los siglos de la Edad Oscura.

Aunque Micenas, a principios del periodo clásico, volvió a ser habitada e intervino en las Guerras Médicas, contra los persas, en  batalla de las Termópilas y en asuntos políticos, nunca recupero su antigua importancia.

Hay restos que indican que también  estuvo habitada en el periodo helenístico, pero cuando Pausanias, geógrafo e historiador griego, la visito en el s. II d.C., ya estaba en ruinas.

Muchos siglos mas tarde, en 1.871, el millonario prusiano Heinrich Schielemann
                                                                        

que tras amasar una fortuna, se dedico a su gran sueño, la arqueología, adquiriendo conocimientos en esta materia, así como aprendiendo varios idiomas, decidió encontrar los lugares mencionados por Homero.

 De sus lecturas familiares cuando era niño y su padre le leía los poemas homéricos, que habían despertado tempranamente un interés, que duro toda su vida, y ayudado por los conocimientos del cónsul de Inglaterra Frank Calvert, cuya familia poseía una parte de la colina de Hisarlik, de la que este funcionario estaba convencido, era el emplazamiento de  la ciudad de Troya, concibió el proyecto de excavar en el lugar, hoy en Turquía, y ayudado solamente por su segunda esposa Sophia,  la encontró.

Poco después, entre 1.876 y 1.878,  realizo grandes descubrimientos en Micenas, de la cual se conocían solamente la Puerta de los Leones, el Tesoro de Atreo y las murallas ciclópeas; utilizo la obra de Pausanias, para localizar las tumbas, seis en total, con un total de diecinueve  cadáveres,
                                                        

 rodeadas de abundantes y ricos ajuares funerarios, con numerosos objetos de oro, plata, bronce, marfil y ámbar, además de sesenta dientes de jabalí, muchos sellos con grabados de escenas religiosas, de luchas y de caza. Entre estos hallazgos estaba la famosa mascara de oro, llamada de  Agamenón, aunque ahora se sabe que data de varios siglos anteriores al celebre rey, así como diversos objetos que muestran la relación e influencia que tenia Micenas con la isla de Creta y la civilización minoica.

Todos estos hallazgos se encuentran actualmente en el museo Arqueológico de Atenas.



                                                                                 

No así, claro está, la parte arquitectónica, que recorrimos ampliamente: la muralla, de 13 metros de alto por 7 m de espesor, que rodea una superficie triangular, de aproximadamente 25.000 m2, en lo alto de la colina de la acrópolis.

 En este recinto fortificado vivía el rey, su familia, los nobles y su guardia personal, mientras los demás ciudadanos vivían fuera de las murallas, pero podían guarecerse tras ellas, en caso de ataque.
                                                           
 la acrópolis, 
                                                                   

donde se situaba el palacio real y las viviendas, cuyo esquema podemos ver abajo,
                                                                  
                                                               
la entrada a la ciudadela, la monumental Puerta de los Leones, debe su nombre a las dos leonas esculpidas en el tímpano triangular de piedra, cuyo dintel pesa veinte toneladas.
                                                               
 
A la derecha del recinto se hallan las tumbas en fosa del s. XVI a.C, formando un círculo, en las cuales se encontraron lujosos ajuares con gran parte de las joyas, hoy en el Museo Arqueológico de Atenas, como queda dicho.
                                                                     

Las excavaciones en Micenas, al contrario que las efectuadas en Troya, hechas sin el debido cuidado, fueron llevadas a cabo por Schielemann, asistido por especialistas prestigiosos, iniciando los métodos de la arqueología moderna; sus descubrimientos fueron extraordinarios y manifestaron la riqueza de la civilización de la Grecia prehistórica.

Tras el paseo por el recinto, que maravilla y asombra, nos trasladamos al Tholos, palabra que quiere decir templo, o como es el caso en Micenas, las grandes sepulturas abovedadas y subterraneas que reemplazaron, como enterramiento, a las tumbas que habíamos visto en la acrópolis.

Hay nueve grandes sepulturas micénicas, fuera de la ciudadela amurallada. Nosotros visitamos la que Schielemann llamo Tesoro de Atreo, padre de Agamenón, con su pasillo recto de entrada, rodeado de altos muros de piedra, que conduce a la gran puerta de acceso a la sala circular con falsa cúpula, donde estaban dispuestas las tumbas.
                                                                              

A continuación del enterramiento la construcción se cubría de tierra, con lo cual desaparecía a los ojos de los hombres.

Después de esta extraordinaria visita seguimos camino hasta Nauplia ciudad en el golfo Argólido, pero eso ser´´aq el tema de otro capítulo. 

miércoles, 15 de agosto de 2018

Grecia 7º día. 1 Corinto


Antes de empezar con la descripción de nuestras visitas de hoy haré una aclaración: aunque nosotros las llamamos igual hay que distinguir entre el yacimiento arqueológico de la antigua Corinto y la ciudad nueva de Corinto, situada en el mismo istmo, pues antes de estar en ellas yo misma no sabia que se ubican en lugares distintos, a unos entre 5 y 7 km de distancia.

Bien pues empezare por la antigua Corinto.

El antiguo Corinto fue una ciudad estado, situada en el istmo de Corinto, la estrecha franja de tierra que une el Peloponeso con la Grecia continental, entre los mares Egeo y Jónico, a medio camino entre Atenas y Esparta.

La antigua ciudad de Corinto tenia dos puertos, uno a cada la do del istmo, Lequio y Cencreas,de ahí que el geógrafo griego Estrabón la llamara "señora de los dos puertos. Debido a su estratégica ubicación, dominaba el importante cruce de caminos del comercio, pues allí confluía la ruta marítima entre este y oeste y la ruta terrestre, entre norte y sur.
                                                                       

Los primeros asentamientos de Corinto se desarrollaron en torno a la colina del Acrocorinto, elevación que domina el lugar, en el Periodo Neolítico, a partir de los s.s. IX y VIII a.C.

Según uno de los relatos de la mitología, el gigante de cien brazos y cincuenta cabezas Briareo, arbitró la disputa entre Poseidón, dios del mar y Helios dios del sol; su veredicto fue que el istmo de Corinto pertenecería a Poseidón y la acrópolis, la Acrocorinto, a Helios. Otra leyenda atribuye la fundación de la ciudad a Sísifo, ya sabemos de la facilidad de los griego para sus relatos mitológicos, y aun hay varias versiones mas.

Corinto es mencionada en La Ilíada por Homero, llamada, a veces Efira, entre los territorios que lucharon con Agamenón, rey de Micenas, en la guerra de Troya.

Corinto organizaba los Juegos Ístmicos, similares a los Juegos Délficos y Olímpicos, aunque menos famosos que estos últimos.

Después de las diversas guerras entre las ciudades griegas, se convirtió en aliada de Esparta, para pasar, después, a aliarse de forma circunstancial con Atenas.

Las Guerras Medicas significaron la alianza entre las ciudades griegas, para poder derrotar a los persas, pero una vez acabadas, las rivalidades y los conflictos armados, duraron entre ellas hasta la conquista de Grecia por Filipo II de Macedonia, en 338 a.C., tras vencer en la batalla de Queronea

Filipo II la hizo cabeza de la Liga de Corinto, que controlaba el mismo.

En 197 a.C. después del conflicto en el que medió Roma, declarando ciudad libre a Corinto, unió la ciudad a la Liga Aquea  y estableció una guarnición romana en el Acrocorinto. Los corintios se enfrentaron posteriormente con los romanos, que derrotaron a la Liga, y el cónsul romano Lucio Mumio (193-140 a.C) se vengo de la ciudad y sus habitantes, saqueándola y destruyéndola, y transladando todas sus obras de arte a Roma en 146 a.C.; Corinto  permaneció destruida y abandonada por cien años.

En el año 44 a.C. Julio Cesar (100-44 a.C) decidió reconstruir Corinto, a la que nombro Colonia Julia Corintio Augusta, y la pobló con legionarios veteranos y hombres libres.

Corinto se recupero, de manera que cuando Pablo de Tarso (San Pablo) la visito, hacia el año 50, era una ciudad importante, capital de la provincia romana de Acaya.

Pablo vivió en ella alrededor de año y medio, hacia el año 52, según cuentan los Hechos de los Apóstoles y posteriormente dirigió a la pequeña congregación cristiana que se había formado , en uno de los dos puertos de Corinto, Cencreas; episodios relatados en dos de sus epístolas, incluidas en el Nuevo Testamento.

 Los corintios tenían fama de ser sexualmente liberales, debido, seguramente, a ser un puerto de mar, con mucho transito de mercancías y gran cantidad de marineros de muchos lugares. Corinto, pues, era famosa en el mundo antiguo por su prosperidad, lujos y libertinaje.

En el santuario de Afrodita, situado en el Acrocorinto, se practicaba la prostitución sagrada, y vivían allí  mas de un  millar de hetairas dedicadas a ese oficio.

El emperador Adriano, gran amante de todo lo griego, la embelleció, y le dio gran prosperidad.

Tanta prosperidad atrajo a los pueblos invasores ya durante el convulso s. III, en que comenzó la decadencia de Roma, como los hérulos los primeros, los visigodos al mando de Alarico, en el s. IV y los eslavos en el s. VIII.

En 521 fue destruida por un terremoto. Otro, mucho mas moderno, aconteció en 1.858, y los habitantes que sobrevivieron trasladaron la ciudad a seis km, que es la actual.

Corinto perteneció al Imperio Bizantino o Imperio de Oriente, con diversos avatares como el resto del país, ya que en 1.205 fue conquistada por los francos en el curso de la Cuarta Cruzada, conquista que contribuyo en gran medida a su decadencia, así como a la de todo el Imperio, luego por los venecianos varios siglos después y por último por los turcos otomanos en 1.459, que permanecieron en ella durante mas de 500 años.

La mayoría de las ruinas que podemos ver en Corinto son de época romana. Entre los restos anteriores destaca el templo a Apolo, con sus once columnas dóricas, pero vayamos por partes, con nuestra entrada en el extenso recinto arqueológico.
                                                           

Lo primero que vimos fue la imponente mole del Acrocorinto, que, por decirlo así, preside la antigua ciudad, una elevación rocosa, que se uso como acrópolis desde la Antigüedad, hasta la Edad Media.


El Acrocorinto tuvo un importante papel estratégico, como defensa y refugio de los ciudadanos de Corinto, estuvo amurallado. y tuvo mucha importancia durante siglos, pero solo lo vimos, sin subir a su cima.

Corinto, como rica ciudad que fue, tuvo numerosos monumentos en los tiempos griegos y romanos, pero el tiempo, las invasiones y los terremotos han dejado un extenso campo de ruinas, todas muy interesantes.
                                                                   

Antes de llegar al templo de Apolo encontramos la fuente Glauce, que recuerda la trágica muerte de Glauce, hija del rey de Corinto, Creonte, a manos de la hechicera Medea, argumento de una de las tragedias de Eurípides.
                                                                                   



Destacan las citadas siete columnas dóricas del templo de Apolo, visibles en cuanto llegas, este templo fue erigido en 540 a.C. probablemente sobre un templo anterior, citado por varios de los viajeros europeos que pasaron por allí en los siglos siguientes, desde el griego Pausanias, el navegante Ciriaco de Ancona, el autor del Códice Ambrosiano, ambos del s. XV, etc. hasta el día de hoy.
                                                                                   

Seguimos paseando hasta llegar a la fuente  Pirene, con su leyenda mitológica propia, ya que según la misma, fue el rey de Corinto el que exigió al dios-río Asopo la creación de una fuente que abasteciera la ciudad de agua, a cambio de información sobre el paradero de su hija Egina, secuestrada por Zeus.
                                                       

El templo de Octavia, dedicado a la hermana del emperador Augusto, construido al este del ágora romana,  espacio ruinoso hoy día,
                                                                         


el odeón,
                                                                             
                                                                                                                                                           
las termas,
                                                               

y la basílica Juliana, todos de época romana fueron otros de los muchos antiguos monumentos que vimos a lo largo de la visita.

En el antiguo Corinto existía, como en otras ciudades romanas, el podio, llamado bema, para los que querían expresar sus ideas a los presentes en esos momentos, y se nos indico el lugar en el que Pablo de Tarso pudo haber predicado, mientras pasaba un año y medio acogido por los judíos Aquila y Priscilla que habían huido de Roma, cuando el emperador Claudio expulso a los judíos.
                                                                 
                                                                                   
Finalizamos la visita en el Museo Arqueológico de Corinto, fundado en los años 30 del s. XX por la American School of  Classical Studies para albergar las piezas que iban apareciendo en las excavaciones arquelógicas del yacimiento.
                                           

El museo es muy interesante y digno de verse, complemento de los restos arquitectónicos que habíamos visitado.
                                                                           

Nuestra visita a la antigua Corinto finalizo entonces. Después de comer hicimos una breve parada para ver el canal de Corinto.

Como ya sabemos la nueva Corinto, por la que no es necesario adentrarse ya que no ofrece ningún interés, se sitúa a unos 6 k del yacimiento arqueológico, conocida principalmente por el canal de Corinto, que comunica el mar Egeo con el mar Jónico.

La idea de hacer un canal comenzó en el s. VII a.C., por iniciativa del tirano Periandro de Corinto, que no pudo realizar por las dificultades técnicas insalvables, en aquella época.

Siglos adelante fue Julio Cesar el que pensó en un canal; le siguió en el proyecto, Nerón,  que llego a excavar mucho terreno durante un año, pues al año siguiente murió. Se intereso, también por el proyecto, el senador romano Herodes Ático, sin poder realizar ninguna acción.

Mas tarde los venecianos, en el s. XVII, tras su conquista del Peloponeso, volvieron a pensar en el canal, sin llevarlo a la practica, de tal manera que hasta la independencia de Grecia del Imperio Otomano en 1.830, no volvió a tocarse el proyecto.

De todos estos intentos, algunos ni siquiera iniciados, se deduce la conveniencia e importancia de la apertura de este canal.

 La construcción del canal se llevo a cabo entre 1.881 y 1.893, y en su momento constituyo una de las mayores obras de ingeniería de la historia. Sin embargo fue el emperador Nerón (37-68), como hemos visto, el que planifico el proyecto e inicio las excavaciones. De hecho el empresario francés Ferdinand de Lesseps (1.805-1.894) recogió en su proyecto el trazado de Nerón, que realizo el ingeniero húngaro István Türr
                                                               

El canal tiene una longitud de ocho km, excavados a nivel del mar, por lo que no requiere de esclusas; ahorra 700 km alrededor del Peloponeso, pero actualmente resulta demasiado estrecho para los buques de carga modernos, que solo pueden pasar de un en uno, y en un sistema de un solo sentido; las embarcaciones  grandes deben ser remolcadas.
                                                         

Hoy día se utiliza como transporte turístico principalmente

Después de ver el canal y el discurrir de varios barcos, pasamos a una cafetería-tienda donde compramos varias bolsitas de las afamadas, con razón, pasas de Corinto, que consumimos al llegar a casa.
                                                                                     

Por la tarde seguimos visita a Micenas y Epidauro, pero eso será para otro capitulo.