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jueves, 19 de abril de 2012

Sevilla. La Maestranza. El barrio de Santa Cruz. La Catedral. El Parque de María Luisa

Este día tocaba un plato fuerte: Sevilla, uno de los lugares mas emblemáticos y apreciados de España.

He estado anteriormente varias veces en Sevilla a lo largo de los años, e incluso tuve la suerte de visitar la Exposición Universal de 1.992, y siempre me ha encantado. Hay en ella, tanto que ver, tanto para admirar y recrearse en ello, que, para un día, hay que seleccionar. En esta ocasión visitamos los lugares que cito en el encabezamiento.

Sevilla tiene un inmenso patrimonio histórico y monumental, además de espacios escénicos y culturales, que la convierten en deseada meta turística, tanto nacional como internacional.

Ocupa el cuarto lugar del país por población, con mas de 700.000 habitantes; su casco antiguo es el mas extenso de España y uno de los tres mas grandes del continente europeo, con Venecia y Génova.

Tiene el único puerto fluvial de España, ya que el río Guadalquivir, que la atraviesa, es navegable los 80 km que van, desde su desembocadura en Sanlucar de Barrameda, hasta Sevilla.

Las dos Exposiciones Universales que ha albergado, han contribuido a su desarrollo e infraestructuras. La primera, la Exposición Iberoamericana de 1.929, sirvió para un gran desarrollo urbanístico y la Exposición Universal de 1.992 tuvo como legado una importante mejora en las comunicaciones terrestres y aéreas.

Antes de pasear por ella, echemos un vistazo a vuela pluma, sobre la ciudad.

Ha sido tierra de variadas culturas, ya que se han sucedido tartesios, romanos, visigodos, y árabes, hasta la reconquista cristiana, que la convirtió en española, que han dejado importantes monumentos y vestigios en ella.

El nombre de la ciudad tiene su origen en la palabra indigena Spal, "tierra baja", que los romanos latinizaron como Hispalis y los invasores musulmanes transformaron en Isbiliya, y de ahí Sevilla.

Después de la invasión musulmana de 711, fue recuperada por el rey Fernando III, el Santo en 1.248.

Tras el Descubrimiento de América en 1.492, Sevilla se convirtió en el centro económico del Imperio Español. Desde la Casa de Contratación, fundada por los Reyes Católicos, se dirigían y contrataban los viajes, se controlaban las riquezas que venían de América y se regulaban las relaciones con el Nuevo Mundo.

Después de un gran desarrollo urbanístico, en el cual se construyeron muchos de sus edificios históricos, y de su destacado papel en el Siglo de Oro español, de las letras y las artes, durante el s. XVIII entro en decadencia por diversos factores, entre los cuales la perdida de la navegación por el Guadalquivir, por sus sedimentos, fue muy importante, y le hizo perder el monopolio comercial, que se traslado a Cádiz.

Su recuperación se inicio en la segunda mitad del s. XIX, con la llegada del ferrocarril, y posteriormente con el impulso de sus dos Exposiciones Universales.

Hoy día es una dinámica ciudad de servicios, comercial y turística. Una autentica joya para visitar y disfrutar.

Como ya he indicado, teníamos un recorrido apropiado a las horas que íbamos a permanecer en ella.

La primera parada fue en la Plaza de Toros, que yo no conocía, pues no se me había ocurrido nunca visitarla, y por cierto que vale la pena.

La Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, su nombre completo, es de las mas antiguas plazas de toros de España, la primera de forma circular, ovalada en este caso, considerada la mas importante y con mayor tradición taurina, y apodada, por ello, popularmente, como la "Catedral del Toreo".

Construida en el s. XVIII, es de estilo barroco, una de las plazas de toros mas bellas de España, con un magnífico palco, y tengo que decir que muy bien cuidada y mantenida.

Su capacidad es de 13.000 asistentes y por las cifras que nos dieron, es un espectáculo bastante costoso en todo el coso, pero con gran diferencia entre lo que se paga por las entradas a la sombra o al sol; con el clima de Sevilla parece mentira que la gente aguante a pleno sol... pero la afición es la afición y no se escatiman esfuerzos, y sufrimientos.

Me pareció espectacular, aunque mi conocimiento de plazas y toros es practicamente nula, porque el arte taurino no entra en mis gustos.

La plaza es propiedad de la Corporación Nobiliaria de la Real Maestranza de Caballería, que le da nombre, que tiene entre sus actividades el fomento del arte ecuestre y el apoyo a la tauromaquia, además del mecenazgo cultural y artístico.

Después de contemplar el bonito Coso, pasamos al Museo Taurino establecido desde 1.989 por deseo de la Corporación propietaria, que muestra la historia de la Fiesta Nacional, con pinturas, carteles, fotos, azulejos, recuerdos y cuadros de las grandes figuras del toreo, repartidos en varias salas, con contenidos que van desde el siglo XVIII hasta nuestros días, y es cómodo e interesante de ver.

Pasamos, atravesando la Plaza de los Canónigos, al centro de la ciudad y al Barrio de Santa Cruz.

Es esta plaza muy bonita, mas que plaza patio, con mucho sabor; es que en Sevilla los rincones son ya, obras de arte.

Llegamos al Barrio de Santa Cruz, uno de los mas famosos de la ciudad, lleno de casas encaladas, algunas señoriales, palacios, patios repletos de flores, y leyendas, recuerdos, encanto y belleza.

El barrio ocupa la antigua judería, y hoy día luce totalmente restaurado.

Es un laberinto de estrechas calles, para librarse del abrasador sol del verano sevillano, creando corrientes de aire fresco, que terminan en preciosas plazas y placitas, como la Plaza de los Venerables, que toma su nombre del Hospital de los Venerables Sacerdotes, edificio barroco del s. XVII, que sirvió de residencia de sacerdotes; hoy es sede del Centro Velazquez, dedicado al pintor Velazquez, uno de los sevillanos mas ilustres que ha dado la ciudad.

Según la leyenda, en esta plaza nació Don Juan Tenorio, otro sevillano famoso, inmortalizado en la literatura por Tirso de Molina, y José de Espronceda, y en la música por, nada menos que, entre otros, por Mozart, en su famosa ópera.

Pasamos también por la Plaza de Santa Cruz, con la cruz de cerrajería del s. XVII que ocupa el centro, donde estuvo la parroquia de Santa Cruz, que le dio nombre al barrio, derribada en 1.811, por los franceses, durante la invasión de Napoleón.

¿Que lugar de España no tiene "muestras" de las fechorías perpretadas por el invasor ejercito francés de Napoleón?

En el Callejón del Agua vivió el escritor estadounidense Washington Irving, embajador de su país y gran hispanista, que residió muchos años en España. Una placa realizada por el pintor y escultor Mariano Benlliure lo recuerda, en la casa que habito.

Plazas, palacios, casonas, rincones, se suceden en el barrio, que seria para estar mas de la media hora que nos concedieron. Por allí paseamos, disfrutando del ambiente de tanta belleza.

Al lado del barrio de Santa Cruz se encuentra la catedral, en una gran plaza donde también están los Reales Alcázares y el Archivo de Indias.

No he tenido ocasión de verlos por dentro, y esta vez tampoco los visitamos. Desde luego no es el único monumento que me falta por conocer en Sevilla, donde hay tantos, pero si que es de los importantes. Otra vez será.

En la plaza, al lado de la catedral, se eleva la torre de la Giralda, uno de los emblemas de Sevilla, campanario de la misma.

Destaca por su altura de 104 m, que la hace visible desde gran parte de la ciudad. Fue construida como almiar de la antigua mezquita, al cual se añadió el remate superior renacentista en el s. XVI, que adorna y estiliza su silueta.

Sepamos algo de la monumental catedral, antes de adentrarnos en ella.

La Catedral de Sevilla, Santa María de la Sede, es la iglesia gótica católica mas grande del mundo. Según la tradición, los canónigos reunidos en el cabildo catedralicio el 8 de julio de 1.401, se dijeron

"Hagamos una iglesia tan hermosa y tan grandiosa que los que la vieren labrada nos tomen por locos; tal y tan buena que no haya otra igual".

Las obras duraron mas de un siglo, hasta octubre de 1.506, que fue cuando se puso la última piedra, aunque no fue consagrada hasta un año después. El resultado fue un grandioso templo gótico de enormes dimensiones.

Las obras continuaron durante todo el s. XVI, en que se añadieron la Sacristía Mayor, la Sala Capitular, la Capilla Real, la Sacristía de los Cálices y la Capilla de los Alabastros, todas ya, en estilo renacentista.

Otros estilos como el barroco, el neoclásico y el académico, también aportaron diversos elementos, restauraciones y obras de mantenimiento, que continúan en nuestros días.

La Catedral de Sevilla, juntamente con el Real Alcázar, y el Archivo de Indias fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1.987, y Bien de Valor Universal Excepcional, en 2.010. Es el monumento mas visitado de Sevilla.

Diez pórticos permiten el acceso al interior; todos ellos son de estilo gótico, excepto la Puerta del Perdón, que no es propiamente un acceso al interior de la Catedral, sino al Patio de los Naranjos, desde el que se accede al interior de la iglesia.

Tiene un gran interés por ser una puerta de la antigua mezquita, levantada por los musulmanes, que conserva un arco de herradura y unas magnificas puertas de madera revestidas de bronce, obra almohade del s. XII.

Al entrar por la Puerta del Perdón estamos en el Patio de los Naranjos, uno de los anexos mas importantes de la catedral, que como es habitual, ha sufrido varias modificaciones a lo largo de los siglos.

En el centro del patio hay una fuente, cuya taza superior es visigoda.

En el interior de la catedral se encuentran innumerables tesoros, tanto en la arquitectura, como en escultura, pintura y objetos religiosos.

Tiene unas maravillosas vidrieras antiguas.

La catedral tiene cinco naves, siendo la nave central y el crucero mas altas.

En la Capilla Mayor, situada en la nave central, cerrada con una imponente reja renacentista, está el Retablo Mayor, una de las mas destacadas obras del Arte Gótico, en el cual intervinieron los mejores artistas de la época.

Todo, en esta catedral es grandioso, como el Coro, flanqueado por sendos órganos a ambos lados,

con una sillería realizada en marquetería, para dar un colorido especial a su ornamentación.

Hay mas de dos docenas de capillas, que seria muy largo describir, algunas de ellas soberbias y con notables obras de arte, así como innumerables altares dedicados a muchos santos y advocaciones.

Solamente destacare la Capilla Real, donde están las tumbas del conquistador de Sevilla, el rey Fernando III, el Santo, y de su hijo y heredero Alfonso X, el Sabio.

Los restos de San Fernando se encuentran en una trabajada urna de plata, debajo del altar de la Virgen de los Reyes, a la cual profesaba gran devoción; tiene grabados cuatro epitafios, en castellano, latín, árabe y hebreo, que según la tradición compuso su hijo Alfonso X.

La urna que se considera la obra mas relevante de la orfebrería barroca sevillana, fue comenzada en 1.690 por el orfebre Juan Laureano de Pina. Por dificultades financieras, que la fueron retrasando, también participaron otros artistas, hasta que se concluyo en 1.719. Es una autentica joya.

Hay que destacar también las dos Sacristías, la Sala Capitular, y el Tesoro de la catedral, todos los cuales visitamos, pero...se necesitarían varios días para poder ver todo con tranquilidad, y darse cuenta de los muchos tesoros que alberga este gran monumento, casi sobrehumano.

La catedral, también ha servido para el eterno descanso de importantes personajes que allí están enterrados, como, entre otros, el cardenal Cisneros; pero la que me produjo mas impacto fue la tumba de Cristóbal Colón.

Aunque varias ciudades en el mundo se disputan, no solo el lugar de nacimiento del Descubridor, sino, también, el lugar de su última morada, el monumento es impresionante, y quiere uno creer que al menos albergara, como así parece, algún despojo del ilustre navegante.

Después de recorrer los pasillos, capillas y salas de la catedral, en el tiempo disponible, atravesamos el Patio de los Naranjos que es bellísimo, y fuimos muy deprisa hasta el embarcadero situado al lado de la Torre del Oro, para hacer un paseo por el río. El barco salia a una hora fijada, pero llegamos a tiempo.

Desde el barco, ya instalados en un banco adecuado, contemplamos la Torre del Oro, otra de las siluetas emblematicas de Sevilla.

La Torre del Oro fue construida entre 1.220 y 1.221, como torre de defensa, por el gobernador musulman de Sevilla; su nombre alude a su reflejo dorado en el río, que se debe a los elementos empleados en su construcción, mezcla de mortero de cal y paja prensada.

Fue muy afectada por el terromoto de Lisboa de 1.755, y estuvo a punto de ser demolida, pero el pueblo de Sevilla se opuso con energía, hasta que el proyecto fue abandonado y se cambio por una restauración.

Menos mal, pues hoy, despues de esa y otras restauraciones a lo largo de los siglos, podemos verla en todo su esplendor.

Desde 1.944 alberga un Museo Marítimo, que muestra diversos instrumentos antiguos de navegación, maquetas, documentos históricos, grabados, cartas náuticas, y exponentes de la relación de Sevilla con el Guadalquivir y con el mar.

Enfrente de la Torre del Oro, al otro lado del río, está el famoso Barrio de Triana, que también vimos desde el barco.

El paseo me gusto mucho, se me hizo corto, ya que no llega hasta los terrenos de la Cartuja, donde se celebro la Exposición Universal de 1.992, solo se ven a lo lejos. Aun así se disfruta recorriendo un pequeño trozo del gran río.

La hora de comer había llegado. Estuvimos en el mismo restaurante que ya conocíamos del día de nuestra llegada; ubicado en unas antiguas bodegas, que seguramente estuvieron fuera de la ciudad, pero cuyos edificios, hoy día dedicados a otras cosas que al vino, han quedado absorbidos en el desarrollo urbano. Nada que recordar de dicha comida; como todas las de las excursiones, son, casi, comida de supervivencia.

El autobús nos llevo a la última visita en Sevilla: el Parque de María Luisa.

Este jardín publico, es el parque mas famoso de la ciudad.

En su origen eran los jardines del Palacio de San Telmo, que pertenecía desde 1.849 a los Duques de Montpensier, y fueron donados por la duquesa viuda María Luisa Fernanda de Borbón, hermana de la reina Isabel II, en 1.897, a la ciudad de Sevilla.

Después de la reforma efectuada en ellos por el ingeniero francés Forestier, conservador del Bosque de Boulogne, en Paris, que les dio un toque romántico, se inauguraron para uso público en 1.914. Posteriormente se añadieron la Plaza de España, y la Plaza de América, que constituyen uno de sus principales atractivos.

Repleto de múltiples avenidas y glorietas, adornadas con esculturas y fuentes, tiene una gran variedad vegetal y gran cantidad de pájaros, como pavos reales, cisnes, patos y aves cantoras.

Una de las fuentes, de azulejos y decoración de ranas, me produjo un impacto evocador, pues me parecio igual a otra que hay en Santa Cruz de Tenerife, unida a mis recuerdos y vivencias.

Como ya he comentado, el parque fue la sede de la Exposición Iberoamericana de 1.929, uno de los acontecimientos importantes de principios del s. XX para Sevilla.

La exposición fue gestada desde 1.909, durante veinte años, hasta su completa realización en 1.929. Entre sus objetivos estaba la reforma urbanística, el fomento del turismo, relanzar la fama de la ciudad, y mejorar las relaciones con los países iberoamericanos.

La Exposición ocupo parte del Parque de María Luisa y calles, paseos y prados adyacentes.

El arquitecto encargado de la organización y urbanización fue Anibal Gónzalez; a él se deben las esplendidas Plaza de América y Plaza de España.

Por otro lado cada país se hizo cargo de su pabellón nacional.

La Plaza de España en el Parque de María Luisa es una de las representaciones mas logradas de la arquitectura regionalista, lo cual quiere decir que es un compendio de múltiples influencias. Fue el proyecto mas emblemático de la Exposición Iberoamericana.

Es una plaza semielíptica de grandes dimensiones, cuya construcción en ladrillo visto, y amplia decoración en cerámica, hierro forjado, y mármol labrado le dan un aire renacentista.

Tiene un gran edificio central, flanqueado por dos torres. En el centro hay una gran fuente y un canal cruzado por donde se deslizan barquitas, que se pueden alquilar para un paseo.

En las paredes de la plaza hay una serie de bancos, cada uno dedicado a las cuarenta y ocho provincias españolas, colocadas en orden alfabético, en los que están representados su escudo, el mapa y algunos hechos históricos de la misma.

Después de la Exposición, y en la utilización que se dio a cada edificio, el central, paso a ser sede de la Capitanía General; hoy día alberga la subdelegación del gobierno.

La Plaza de España es magnífica y de una gran belleza.

Al llegar al parque habíamos pasado por muchos de los pabellones de la Exposición Iberoamericana que la guía nos iba señalando. Pongo alguno de ellos para hacerse una idea.

Dimos un gran paseo por el interior del Parque, que nos encanto. Es otro sitio para dedicarle un día entero, pero sin embargo el tiempo de la visita se iba acabando, y llego la hora del regreso.

Nos quedaba una hora y media para llegar a nuestra base, en Matalascañas.