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viernes, 15 de agosto de 2014

Dos joyas arquitectónicas: San Cebrian de Mazote. Monasterio de la Santa Espina

                                                                               

Dejamos Arévalo para regresar a casa con un soleado día, y con la intención de conocer otras dos joyas de la provincia de Valladolid que no está escasa de ellas, sino todo lo contrario. Dondequiera que se vaya en Castilla quedan monumentos de su lejano y glorioso pasado.

En primer lugar paramos en San Cebrián de Mazote, pequeño pueblo de no mas de 100 habitantes en la actualidad, pertenenciente al municipio de Castromonte, que posee una de las iglesias prerrománicas mas bellas de España, dedicada a San Cebrián, como el mismo pueblo, mártir cartagines del s. II d.C.

Al parecer hacia el año 900, durante el proceso de repoblación de estos territorios reconquistados a los musulmanes, monjes mozárabes procedentes de Córdoba, se ubicaron en San Cebrián, donde fundaron un monasterio.

 A este monasterio se refiere, sin duda, la mención "inter sanctun Cyprianum de Mozoth et Castromonte", que contiene el documento de la fundación del Monasterio de la Santa Espina, situado entre estos dos lugares, que visitamos mas tarde, otorgado por Alfonso VII en 1.149.

Mas tarde el pueblo perteneció al Señorío de Dueñas, y a la poderosa familia de Meneses.

Merece la pena desviarse de la ruta para contemplar esta antigua y extraordinaria pequeña iglesia. Merece la pena desplazarse hasta allí.

 Ya la vista del exterior de la iglesia es magnifica.
                                                                   

Su estructura y apariencia recuerda los monumentos asturianos, pero la gran sorpresa surge en el interior, al contemplar sus tres naves sostenidas por arcos de herradura.
                                                                         

El templo data básicamente del s. X, con algunos añadidos en el exterior, como la espadaña. Tiene tres naves y triple ábside, con capilla central, y planta de arco de herradura.
                                                         

 Las columnas redondas que sostienen las naves son de distintos materiales y acabados, por lo que parecen algunas de ellas de procedencia, romana, y visigótica.
                                                                   

La nave central es mas alta que las laterales con lo que permite una buena entrada de luz, que hace al templo luminoso.

Después de un buen rato de disfrutar de esta extraordinaria iglesia, nos dirigimos a otro monumento próximo y también digno de visitar y conocer, el Monasterio de la Santa Espina, en la localidad del mismo nombre, aunque de diferente época y diferentes proporciones.

El Monasterio de la Santa Espina se encuentra en el valle del río Bajoz, subafluente del Duero, en los Montes Torozos, una de las pocas ondulaciones del sur de Tierra de Campos
                                                                         


Había oído hablar a mi marido de este Monasterio, pues él estuvo en este lugar, en una reunión científica, y me había contado de lo extraordinario que es, y, por fin, iba a conocerlo.

Y en efecto es magnifico. Para entrar en el recinto, rodeado de una enorme muralla del s. XVI, hay una gran puerta monumental, con arco de medio punto, que no desmerece del conjunto, apropiada para él.
                                                                     

El Monasterio fue fundado en 1.147 por la infanta Sancha de Castilla y León, consejera y colaboradora política de su hermano Alfonso VII, el Emperador, para albergar una espina de la corona de Nuestro Señor, procedente del Monasterio de Saint-Denis, cercano a París, que le había donado el rey Luis VII de Francia.

La fundación del monasterio fue acompañada por la llegada de los primeros monjes cistercienses, enviados por San Bernando de Claraval, reformador del Cister.

Los monjes cistercienses dejaron una profunda huella en el monasterio, evidente en la iglesia,
                                                               

claustro,
                                                                   

pasillos procesionales y Sala Capitular, que me recordaron mucho los del Monasterio de las Huelgas, en Burgos.

                                                                                   
Tanto la iglesia, como la sala capitular son del s. XII, tienen el característico estilo del Cister, planta de cruz latina, tres naves con la central mas alta. En la capilla mayor se conjugan los estilo gótico y el renacentista, donde se encuentran varios sepulcros de las familias importantes de la zona, como los Meneses y los Alburquerque.
                                                                                     
                                                                                                                                                         
En las capillas laterales, destaca la capilla de la reliquia de la Santa Espina, diseñada en el s. XVII por Francisco de Pavés.                                                                       


Otras capillas importantes son la que contiene el panteón de los Vega, familia nobiliaria de Castilla y la Capilla de San Rafael, antigua capilla del Abad, en la que están enterrados don Rafael de Cabestany, ministro de Agricultura (1.951-57), fundador del poblado de San Rafael de la Santa Espina, dentro del Plan Nacional de Colonizacíón emprendido por el gobierno de la época, y protector del Centro de Capacitación Agraria instalado en el Monasterio, y su esposa doña Enriqueta Cantos-Figuerola.
                                                                           

Sin embargo, y como ha pasado en otros muchos monasterios, la construcción duro siglos y se encuentran en él diferentes estilos de varias épocas. Así la iglesia y el monasterio se comenzaron en el s. XII, la fachada de la hospedería es del s. XVI, mientras que la fachada de la iglesia y sus dos torres son del s. XVII

Al lado de la puerta monumental de entrada, un monolito recuerda el encuentro entre Felipe II y "Jeromin", su hermano bastardo don Juan de Austria, acaecido el 28 de septiembre de 1.559.

Recorrimos el monasterio en compañía de un hermano de la Salle, orden que tiene encomendada la enseñanza en el monasterio desde su fundación en 1.888.

Fue un año antes cuando doña Susana Montes y Bayón, marquesa viuda de Valderas, creo una Escuela pública para niños de familias con pocos recursos económicos, donde se impartía enseñanza primaria y posteriormente enseñanza agrícola.

Después de algunas vicisitudes la enseñanza agraria continua en el monasterio, siendo el Centro de Capacitación Agraria mas antiguo de España. Desde 1.975 se imparten en él ciclos de grado superior y de grado medio en agricultura e industria alimentaria, así como programas de cualificación profesional. Los alumnos viven en régimen de internado durante cinco días de la semana, pasando los fines de la misma en su casa.

El hermano de La Salle, excelente guía, nos hizo recorrer la, iglesia, las capillas laterales, la sacristía, claustro, sala capitular, pasillos, en fin todo el recinto, que merece la pena de visitar.

Seguidamente, después de estas dos muy interesantes visitas pusimos rumbo a casa.

jueves, 15 de mayo de 2014

Las Edades del Hombre. Primera etapa: De Urueña a Arevalo



En estos años de nuestra vida mi marido y yo podemos disponer de casi todo nuestro tiempo, así que a finales del pasado mes de julio, hicimos una excursión por Castilla, con el objeto de visitar  algunos de sus muchos monumentos, para acabar en  Arévalo, donde tenía lugar la XVIII edición de Las Edades del  Hombre, organizada, como siempre, por las diócesis de Castilla-León

El tiempo era excelente, como corresponde a esa época del año

C. me había hablado de las joyas que hay en el trayecto de Oviedo a Madrid, a las que se llega desde la autovía A6; hay que reservar unas horas para visitar alguna; en ocasiones no se puede, en otras muchas el clima no acompaña, pero en esta ocasión todo era favorable.

Paramos en primer lugar en las afueras de Urueña, localidad de la provincia de Valladolid, con mucho que ver.

Allí en medio del campo, fuera de las murallas, a unos dos km del casco urbano, se encuentra el primero de los monumentos de Urueña, la ermita de Nuestra Señora de la Anunciada, verdadera joya del románico. La verdad es que me pareció mas iglesia que ermita por su gran tamaño y extraordinaria construcción, pero ermita la llaman en Urueña.
                                                                             

 La ermita, edificada en el s. XI sobre la iglesia del monasterio mozárabe de San Pedro y San Pablo de Cubillas, constituye el único ejemplar de románico lombardo-catalán de toda la región castellano leonesa.
                                     .
                             

El origen de este estilo, en una comarca tan alejada de los condados catalanes, se supone que procede del matrimonio entre María Pérez Ansurez, hija del Conde Ansurez, fundador de Valladolid, y Armengol V, conde de Urgel, que trajo con él constructores de su lejano condado.

En el s. XVII el obispo de Osma, gran devoto de la Virgen de la Anunciada, traslado su imagen desde la ermita vieja, hasta la iglesia llamada hasta entonces de San Pedro, procediendo también a su restauración y añadiendo la espadaña.

En el s. XVIII se procedió a la construcción del camarín de la virgen, adosado al ábside central, que rompe un tanto la armonía del estilo románico original.

Paseamos alrededor, sin poder mas que admirar el exterior, ya que estaba completamente cerrada, pero la parada había valido la pena, ya que el monumento es muy bello.
                                                                       

Se acercaba la hora de comer, para lo cual entramos en Urueña y buscamos un lugar agradable donde disfrutar de la comida y del buen tiempo, que resulto ser una terraza, en una placita.

Antes de pasear por la villa sepamos algo de ella.

Urueña, que cuenta hoy día con menos de 200 habitantes, se encuentra en la provincia de Valladolid, ocupando un pequeño altozano de Tierra de Campos, en las estribaciones de los Montes Torazos, ofreciendo uno de los mas espectaculares paisajes de la provincia, tanto desde el punto de vista de la naturaleza, como por el arte que encierra fuera y dentro de sus bien conservadas murallas.
                                                         

Su topónimo se cree heredado de sus primitivos pobladores, los vacceos, y se refiere al manantial de aguas limpias que abasteció a los habitantes de la zona, a lo largo de los siglos: Uru=aguas.

Los romanos ocuparon estas tierras hacia el año 1 a.C. Por estos lugares pasaba la vía Toresana, de unión entre Palencia y Zamora, de la cual quedan restos de la calzada y un puente.

Durante la Edad Media fue cabeza del Infantado de Valladolid y objeto de disputas, a veces con guerras, entre los reyes de Castilla y León.

 En 1.876 la villa sufrió un terrible incendio que destruyo medio pueblo, entre otros el Ayuntamiento, que quedo devastado, así como todos los archivos que había en él.

En los últimos años del s. XX y primeros del XXI, la villa ha dado un gran cambio en su aspecto; las calles están pavimentadas, las casas y algún palacio reconstruidos, y el castillo ha sido restaurado y ajardinado en  2.005, todo lo cual hace que Urueña ofrezca un conservado aspecto de ciudad medieval.

La villa conserva la mayor parte de la muralla, con dos de sus puertas y algún lienzo del castillo; también tiene casonas construidas con piedra de sillería de cierta importancia, aunque la mayoría son de adobe, material muy utilizado por esa región.


Las murallas, que rodean la ciudad,  fueron levantadas durante el reinado de Sancho III, el Deseado, entre los s.s. XII y XIII, adaptadas al borde del páramo, donde se asienta la villa, todas ellas almenadas, cuando el territorio era disputado entre los reinos castellano y leones,
                                                 

con un camino de adarve encima de ellas, acondicionado para recorrerlo
                                                         

y con dos puertas bien conservadas, la Puerta del Azogue al norte y el Arco de la Villa al sur.
                                                             

Tanto la villa como la Ermita de la Anunciada fueron declaradas Conjunto Histórico-Artístico en 1.975.

Las murallas y el castillo forman un conjunto homogeneo, que cuenta  con  cubos cilíndricos a lo largo de su desarrollo.
                                                           

El castillo usado desde hace mucho tiempo como cementerio, fue construido durante  el reinado de Alfonso VI, cuando los reinos de Castilla y León estuvieron unidos. En él residieron personajes históricos como Doña Urraca, doña María de Padilla, amante y luego esposa del  rey Pedro I, el Cruel, o presos, como el Conde de Urgel.

Bien, pues después de comer en la agradable plaza del pueblo, y de disfrutar, no tanto por la sencilla comida, como del excelente clima y tranquilo ambiente, recorrimos la villa.

Hay que decir que Urueña, en los últimos años ha hecho un importante esfuerzo para cuidar su gran patrimonio y aumentar su  atractivo turístico, convirtiéndose en el centro cultural de la comarca, con la creación de la Villa del Libro, en 2.007, primera en España, que ha merecido reportajes en TV y radio, visitas de personalidades nacionales y extranjeras, y público en general.

El culto al libro, podemos llamarlo así, se impulsa a través del Centro e-Lea "Miguel Delibes", nombrado así en honor al celebre escritor, dedicado a museo, pedagogía e investigación sobre la lengua y el libro, así como a las once librerías, repartidas por el casco antiguo de Urueña, donde se pueden encontrar libros antiguos, grabados, libros de segunda mano etc., además de libros recién editados También se organizan actividades docentes para publico de todas las edades.

Recorriendo Urueña el tiempo parece detenido y trasladado a otros épocas, (si no fuera por algún elemento actual, como p.e. el coche de la foto).

                                                                   
Enseguida encontramos otro de los monumentos de Urueña, la iglesia de Santa María del Azogue, consagrada a Nuestra Señora de la Asunción.

La iglesia actual fue mandada a construir por el Duque de Osuna y Conde de Urueña en el s. XVI, sobre los restos de  una iglesia anterior. Las obras se prolongaron hasta el s. XVIII, en el que añadieron la espadaña y otras partes de la iglesia.
                                                                   

Caminamos un rato por encima de la muralla desde donde se tiene una buena vista panorámica
                                                             


Después de otro paseo alrededor de las murallas
                                                                 

dejamos el pueblo y tras algo menos de una hora llegamos a Arévalo donde nos íbamos a quedar tres días, para visitar la exposición  de las Edades del Hombre y la propia ciudad.

Como llegamos a buena hora y la luz en el mes de julio dura hasta las diez de la noche, dimos nuestro primer paseo por Arévalo.

 Nuestro hotel está en la Plaza del  Arrabal; justo enfrente teníamos una de las iglesias de la ciudad, Santo Domingo de Silos, iluminada por la luz del poniente.

Como indica el nombre, la plaza, así como la iglesia, se construyeron extramuros, en el s. XIII, en estilo románico mudéjar, del cual no queda mas que la cabecera y el primer  tramo de la primitiva nave. Fue reformada en el  s. XV, de lo que quedan vestigios góticos, como la puerta de la sacristía y algunas pinturas, aparecidas recientemente, pero su aspecto actual, tanto exterior como interior, se debe a  la reforma que se hizo en el s. XVI.
                                                                               

Es la principal parroquia de Arévalo, con culto diario.
                                                                   

En el interior destaca la reja plateresca debida  a Bartolomé Ordoñez, tras la cual está el retablo mayor barroco, con una urna de plata que contiene las reliquias del patrón de Arévalo, San Victorino martír.


Entramos a ver el  interior de la iglesia, encontrándonos con la propuesta de poder visitar otras iglesias de la villa, por un módico precio, para ayudar al sostenimiento de estos monumentos, y como acompañantes de la exposición de las Edades del Hombre. Adquirimos los billetes y fuimos a ver una de las tres iglesias propuestas, la Iglesia del  Salvador.

Esta iglesia cuyo origen envuelven leyendas, como su fundación por el emperador Constantino en 336, otra que relata su culto cristiano mozárabe durante la dominación musulmana y aún otra que propone su origen judío, está documentada históricamente en el año 1.230 cuando el rey Fernando III el Santo dono un solar, en los suburbios de la ciudad, para la construcción de la parroquia del Salvador.
                                                                         
                                           
 En la actualidad la iglesia del Salvador no tiene culto, y en ella se guardan los pasos procesionales de la Semana Santa de Arévalo.

En el s. XVI se hizo una gran reforma, aunque se conservo la torre mudéjar, nido habitual de las cigüeñas. Toda la fabrica es de ladrillo.

La obra principal de este templo está en el interior, es el magnifico retablo de la capilla de Bernal Dávila y su mujer, llamada capilla de los Avila-Monroy, realizada por Juan de Juni, y su hijo Isaac.
                                                                                                                                                 

Esta es una de las tres sedes de la exposición de la Edades del Hombre, que con el título "Credo" muestran noventa obras de arte, procedentes, sobre todo, de las diócesis de Castilla-León, con algunas aportaciones de otras procedencias.

La elección del nombre de la muestra se debe a la declaración de 2.013 como "Año de la fe", por el Papa Benedicto XVI, además de commemorar, este año, los 25 años de vida de las Edades del Hombre.

En esta iglesia del Salvador, la mayor de las tres sedes, inicialmente románica, pero muy modificada en el s. XVI, y de nuevo en el s. XVIII, se encuentra el capítulo "Creo en Jesucristo", donde se pueden admirar obras que presentan la vida de Jesús, desde sus antecedentes, como descendiente del rey David, hasta su pasión, muerte y resurrección, así como los personajes que lo acompañaron durante su vida, como su madre, la Virgen María, San José o los apóstoles.

Al entrar en la iglesia nos recibe un gran retablo del Juicio Final, del s. XVI, que impresiona, tanto por sus dimensiones, como su temática.


Todas las piezas expuestas son altamente valiosas, pero su relación sería demasiado larga; solo destacaremos algunas, como la Anunciación del Greco procedente de Illescas
                                                                 

El Bautismo de Jesús, de Goya, perteneciente a la Asamblea Española de la Orden de Malta

El "Apostolado" de Cristóbal García Salmerón, con impresionantes figuras de los doce apóstoles, del cual pongo esta  muestra,      
                                                                             

Un Cristo yacente de Gregorio Fernandez, de gran belleza y realismo, procedente de la Catedral de Segovia.
                                                                 

Estas son importantes, pero pocas muestras de lo que se puede ver en la iglesia del Salvador, que tiene, propiedad de esta iglesia, el "Retablo de la capilla de la Avila- Monroy", así como un "Cristo Crucificado", obras del excelente escultor Juan de Juni, que están incorporadas a la exposición.

Fuera del templo, la exposición termina con la escultura en bronce, de grandes proporciones "Carmen Dormida", realizada en 2.013 por el gran pintor y escultor Antonio López (1.936).
                                                                           
                                                     
Al día siguiente continuaríamos nuestro recorrido por Arévalo, y la Exposición.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Las Edades del Hombre. Segunda sede. Medina del Campo. Y Ampudia

Antes de llegar a la segunda sede de la Edades del Hombre en Medina del Campo, hablare de la que fue nuestra base, ya que allí estaba el hotel donde nos quedamos: Ampudia.

El hotel ocupa la antigua casa del abad, de la cual ha tomado el nombre: Posada Real Casa del Abad de Ampudia. La familia propietaria ha restaurado esta antigua  vivienda, convirtiendola en un hotel con encanto. A lo largo de las instalaciones, se distribuyen muebles, cuadros y enseres antiguos, que junto a su escalera abovedada, amplios patios porticados y cuidadas habitaciones, lo convierten en un lugar acogedor.

Para empezar tengo que decir, demostrando los muchos huecos de mis conocimientos, que ni siquiera me sonaba el nombre de esta villa, y lo digo con vergüenza, pues, tiene una importante historia, acompañada de grandes monumentos, todo digno de saber y conocer.

Ampudia, pertenece a la provincia de Palencia, y al igual que Medina de Rioseco, a la comarca de Tierra de Campos (Campii Gotorum), hoy día, despues de una fuerte caida demográfica, con unos 600 habitantes.

Fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1.965, gracias a su gran atractivo, que le procuran sus calles porticadas, y los monumentos que han sobrevivido al paso de los siglos, principalmente el Castillo y la Colegiata de San Miguel.

Es en efecto una muy antigua villa, que tuvo gran importancia como sede episcopal, donde hubo varios conventos, como uno de Templarios, otro de Agustinos, y uno de monjas Clarisas.

Su historia se remonta a la Alta Edad Media y va ligada a los Rojas y al Duque de Lerma, Francisco de Sandoval y Rojas, valido del rey Felipe III, que creo para él el Condado de Ampudia, en 1.602.

En el s. XVIII, con una gran caida demográfica, quedo reducido a un pequeño pueblo dedicado a la agricultura y a la ganadería.

Empezaremos, como hicimos nosotros ese día, por el castillo.

El tiempo, que ya había enfriado el día anterior, se presentaba gris y fresco, aunque mas tarde la fuerza del sol de junio, templó el ambiente, y lo transformo en un día veraniego.

El Castillo de Ampudia está situado en una altura próxima al casco urbano. Fue construido entre 1.461 y 1.488, por el primer titular del Mayorazgo de Ampudia, García Lopez de Ayala; alojó, como rehenes, a los hijos del rey francés Francisco I, después de su derrota en la Batalla de Pavía, y fue sede ocasional de la Corte, durante la época del Duque de Lerma, valido del rey Felipe III, para después caer en abandono y decadencia, hasta que en 1.960 lo compro el industrial Eugenio Fontaneda (dueño de Galletas Fontaneda), que lo ha restaurado, proporcionándole el magnifico aspecto con que ahora lo vemos.

Se mantienen en él una vivienda y un museo, en el cual hay distintas secciones: farmacia, armas, aparatos musicales, juguetes antiguos, arte sacro, con tallas y cuadros, y de arqueología, que va desde la Edad del Bronce, hasta las épocas romana y visigoda, con piezas importantes.

Se puede visitar el palacio, además del museo, pero por desgracia, debido a la hora y fechas no pudimos hacerlo.

El castillo es una imponente construcción, que domina el pueblo. Lo recorrimos, siempre por fuera, admirando esto y lo otro.

Continuamos conociendo el pueblo. El sol iba saliendo y calentando, un poco, el fresquísimo día veraniego.

Nos acercamos a otro de los grandes monumentos de Ampudia, la Colegiata de San Miguel. Un cartelito nos informo de que la temporada de visitas empezaba unos pocos días mas tarde, el 1 de julio. Sin desanimarnos encontramos, en un palacio adjunto dedicado entre otras oficinas a información turística, la de que, quizás, el párroco, accediera a enseñarnos la Colegiata, si podía y quería, indicándonos donde vivía, que era allí, al lado.

A pesar de esta intromisión en la vida y ocupaciones de este clérigo, fuera de temporada, nos acercamos a su casa, y, por suerte, lo encontramos en ella. Protesto un poco, como era lógico, pero, luego, y muy amablemente nos abrió y enseño la iglesia.

La iglesia parroquial de San Miguel, antigua Colegiata, es un soberbio templo, mas adecuado para los pasados y esplendorosos días de Ampudia, que para la situación actual, pero que, sin embargo, podemos apreciar como gran monumento, en toda su belleza.

Esta iglesia-colegiata que tuvo también un convento, es un edificio gótico renacentista, construido entre los s.s. XII al XVI. Ha sufrido diversas reconstrucciones y reformas, a lo largo de su larga existencia, una de ellas debida al derrumbamiento parcial en los años 50 del siglo pasado.

Se compone de tres grandes naves con bóvedas de crucería y estrelladas,

y está adornada con retablos, renacentistas, platerescos y barrocos, tanto en el altar mayor,

como en las diferentes capillas.


En una de estas capillas se encuentra el monumento funerario, en alabastro, del s. XV, del fundador de la Colegiata, Don Pedro García de Herrera y su mujer Doña María de Ayala, restaurado recientemente, en 2.007.

Otra de las maravillas del interior de la colegiata es un órgano barroco, de 1.779.

Paramos también delante de otra curiosidad, esta debida a la solicitud del párroco, que nos iba ilustrando sobre la colegiata, su arte e historia.

Era una representación de la Pasión de Cristo, de la misma manera que se hacen los belenes por Navidad, con sus caminos, grutas, hogueras, vegetación... etc.

Las figuras las tiene que encargar a alguna de las empresas que se dedican a fabricar las figuritas del belén, y va añadiendo alguna cada año. Muy curioso

Pero lo mas llamativo de la iglesia-colegiata es su torre-campanario de 63 m de altura, que domina el pueblo y se divisa desde diferentes puntos de la comarca., con su gran aguja gótica, llamada por su porte la "Giralda de Campos".

Por estar todavía fuera de temporada, ya que las visitas empezaban el 1 de julio, la plaza delante de la colegiata estaba desierta, así como el resto del pueblo.

El sol que estaba oculto un rato antes empezaba a despejar las nubes, y podíamos contemplar todo el magnifico conjunto.

Hay también en Ampudia un Museo de Arte Sacro, del cual, al estar cerrado solo vimos el exterior. Esta ubicado en lo único que queda del antiguo convento de San Francisco, fundado en el s. XVII, por el Duque de Lerma, y desaparecido con las leyes desamortizadoras del s. XIX.

La iglesia, del renacimiento tardío, tiene decoración mudéjar en el interior.

Después de este paseo matutino cogimos el coche para ir a Medina del Campo y completar nuestro recorrido por la segunda sede de las Edades del Hombre.

El tiempo había quedado estupendo, menos caluroso que cuando llegamos, pero muy agradable.

Llegamos a Medina del Campo con tiempo para la visita a la otra sede de la exposición de las Edades del Hombre.

Medina del Campo, provincia de Valladolid, en la comarca de Tierra de Medina, recorrida por el río Zapardiel, afluente del Duero, tiene algo mas de 22.000 habitantes, y una excelente situación logística, al estar a menos de 100 km de seis capitales de provincia castellanoleonesas.

Como ciudad de población antiquísima es citada por Beroso, sacerdote babilonio del s. III a.C., en su Historia (mitológica), con la descripción de los reyes antediluvianos, con el nombre de Sarabris

Fue habitada por los vacceos, tribu de origen celta, antes de la conquista romana.

A la caída del Imperio romano fue ocupada por los visigodos, que dieron un santo, San Hermenegildo, hasta la invasión musulmana de 715.

Paso de nuevo a manos cristianas durante el reinado del rey Alfonso VI de Castilla y León; en el año 1.077, Alvar Fayez de Miñana, compañero del Cid, la conquisto a los moros, en su nombre.

En los territorios recuperados se implantó la cría de ganado ovino, cuya lana se exportaba a Flandes, Inglaterra y Francia; esta actividad productiva fue promovida y protegida por los reyes, y dio lugar a dos grandes ferias de ganado al año, de las mas importantes de Europa.

Este desarrollo produjo gran prosperidad en Medina, donde acontecieron importantes hechos históricos, como la celebración de las Cortes, siendo visitada por reyes y nobles como María de Molina, varios reyes castellanos y los Reyes Católicos.

En ella vivió sus últimos días Isabel la Católica, en el castillo de la Mota, donde firmo su testamento y murió.

Tan intensa actividad económica genero un gran patrimonio artístico, como el castillo de la Mota, del s. XV, la Colegiata de San Antolín, del s. XVI, la iglesia de Santa María la Real, el Hospital, el palacio de Dueñas, la Plaza Mayor, etc., por citar algunos de sus numerosos monumentos.

Su casco antiguo fue declarado Conjunto Histórico- Artístico en 1.978.

Después de numerosos avatares históricos, la actividad económica fue decayendo a lo largo de varios siglos, hasta empezar a recuperarse a mediados del s. XIX, debido al papel de Medina como núcleo ferroviario.

Hoy día recuperada y habiendo diversificado su crecimiento, es una prospera ciudad, que ha puesto en valor su valioso pasado.

Pero, nuestra visita tenía una meta concreta, Las Edades del Hombre; así que los otros grandes monumentos han quedado para otra ocasión.

Al llegar nos dirigimos directamente a la Iglesia de Santiago el Real, donde está ubicada la muestra.

El templo formaba parte del desaparecido convento de San Pedro y San Pablo, de los jesuitas, convertida en iglesia parroquial de Santiago el Real desde 1.770, y está situada en la plaza de Santiago

Su construcción comenzó en 1.553, durando diez años. Como todas las iglesias de los jesuitas se corresponde a la organización interior y exterior de la iglesia de Gesú, en Roma, aunque conserva algunos elementos góticos, como las bóvedas de crucería estrellada, aunque con adornos renacentistas.

Fue fundada por un rico mercader de Medina, Don Pedro Cuadrado y su mujer doña Francisca Manjón, cuyas estatuas orantes se encuentran al lado del presbiterio.

En el desaparecido convento de Jesuitas, abandonado tras la expulsión de la Compañía en el s. XVIII, estudiaron ilustres personalidades como San Juan de la Cruz, el Padre José de Acosta, autor de la "Historia natural y moral de las Indias", el Padre Hernando Suárez de la Concha, evangelizador de Méjico, entre otros.

Después de dejar los coches y recorrer la calle Santa Teresa, llegamos a la iglesia.

Lo mismo que en Medina de Rioseco, me impresiono la iglesia y particularmente el Retablo Mayor, de una extraordinaria factura, realizado por Sebastian Lopez en 1.595, con bajorrelieves y pequeños cuadros de gran calidad.

En cuanto a la exposición, se han combinado la representación de la figura de Cristo durante la Pasión, y algunos objetos asimilados al tema, con obras antiguas de gran valor, y otras modernas, que también indican que el tema de la Pasión sigue interesando a través de los siglos, y a artistas de ahora mismo.

Me gustaron mucho los objetos expuestos tanto por la selección, como por el cuidado del entorno, y también, porque no decirlo, porque es muy asequible en cuanto al tiempo que inviertes en una detallada visita, en menos de dos horas lo puedes admirar todo.

Se había hecho la hora de comer.

Para aprovechar el buen tiempo, comimos en la Plaza Mayor, escenario muy bello, en una terraza agradable, con la estatua (moderna) de Isabel la Católica, allí al ladito mismo

Había sido otro día bien aprovechado y de los que dejan un sabor que quiere volver a probarse.

Tengo que volver a Medina del Campo, para visitar el resto de su monumental patrimonio.