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lunes, 22 de junio de 2020

Reserva Natural Riberas de Castronuño-Vega del Duero


Para acabar nuestra visita a Las Edades del Hombre, Toro, Valbusenda y alrededores, poyectamos un día de senderismo por la cercana Reserva natural de las Riberas de Castronuño-Vega del Duero, a unos 22 km de Valvusenda, algo mas de 20 minutos en coche.

Este espacio natural está situado en el centro oeste de la provincia de Valladolid, en la localidad de Castronuño, donde gran variedad de animales, de distintas especies como mamíferos, reptiles, anfibios, peces, etc. encuentran su refugio, sobre todo las aves,

 Su columna vertebral, el río Duero, cruza la Reserva de este a oeste.

La construcción del embalse de San José, inaugurado en 1.945, es el origen de la Reserva,
                                                                       

pues hay que saber  que a pesar de sus pequeñas dimensiones, la regulación del caudal en este punto del río, ha propiciado el desarrollo de extensos carrizales y choperas en ambas margenes, constituyendo un ecosistema, con singulares elementos, ya que ha encharcado muchos sedimentos fértiles de la orilla del río, que propiciaron  el desarrollo de extensos carrizales y choperas en ambas margenes,

Estas masas arboreas sirven para la nidificación y zona de invernada de numerosas aves acuáticas, algunas en peligro de extinción, como la garza imperial, el martinete, la garza real,
                                                                         
                                                                        Garza real

el avetoro, la garceta común y un largo etc., dependiendo de la época del año.

El paisaje es muy bello, con grandes contrastes entre las masas de chopos, el agua, los cultivos, y los elementos geológicos, como las areniscas verticales y los terrenos aluviales horizontales.
                                                                               

A destacar el gran puente del ferrocarril que también es un adorno del paisaje,
                                                   
 y el gran meandro del río, el mayor de España.
                                                                     

Bien, pues para empezar nuestra excursión recorrimos los km que hay desde Valbusenda hasta Santa María del Castillo, y el mirador del alto de la Muela, desde el que se tienen, nada mas llegar esplendidas vista del paisaje.
                                                                 

Esta iglesia reconstruida a partir de la ermita del Santo Cristo y vuelta ahora a su nombre primitivo, es de muy antigua fundación, pues fue mandada edificar en el s. XIII por la Orden de San Juan o de Malta.

Construida con recios sillares y con algo de aspecto de fortaleza, tiene una mezcla de estilos entre románico y gótico.

Debido a su importancia dentro de los monumentos de la provincia de Valladolid, fue declara Monumento Histórico-Artístico en 1.962.
                                                                                 

 Muy próxima a la iglesia se encuentra la Casa del Parque de la Ribera de Castronuñon- Vega del Duero, donde facilitan información sobre las rutas a realizar, pero esta muestra de buena voluntad, tiene poco efecto sobre los caminantes ya que luego, en la Reserva no hay carteles indicadores y lo mas probable, a no ser que se haya hecho un plan previo es perderse. En nuestro caso como no ibamos a ningun lado en especial, por supuesto que nos perdimos y nos costo algo encontrar el camino de vuelta.

Al principio se transita por la llamada Senda de los Almendros, que en algunos tramos sigue la orilla del río, con bonitas vistas;
                                                                             

luego se llaga al embalse de San José, que se atraviesa mediante un puente, para ya entrar en el propio parque.
                                                                                       
                                                                               



                                                                                   

Ya dentro y sin acertar, a veces, con los senderos lo recorrimos, al menos, durante dos horas.

Es un espacio digno de conocer, ya que tiene gran parte de los elementos maturales interesantes y ya cerca del río, que fue donde mas recorrimos, es completamente llano
                                                                       




Bonita excursión, muy recomendable

lunes, 8 de junio de 2020

Bodega Valbusenda y Peleagonzalo


Para el dia de hoy habiamos reservado un tinte localista, con la visita a los alrededores, y sus lugares mas interesantes.

Teníamos al mediodía la visita guiada a las bodegas Valbusenda, y por la tarde un paseo hasta el cercano pueblo de Peleagonzalo, de sugestivo nombre.


Valbusenda es una empresa familiar creada en 2.003, que decidió apostar por la tierra del vino, como es llamada la comarca de Toro desde hace siglos, creando unos viñedos, donde antes no los había, y una bodega para la elaboración del apreciado vino de Toro con D.O.

La primera idea era construir una bodega, pero, el proyecto se amplio, creando un complejo enoturístico que incluye la bodega, un hotel-spa de 5*, un jardín Ampelográfico y un Viñedo de Formación, dedicado al estudio de los diferentes modos de plantación, todo ello pensado para complacer a los cinco sentidos, olfato, gusto, tacto y oído, una fantástica experiencia.

la Bodega de Valbusenda abrío sus puertas en 2.008 en un terreno que ha conservado su nombre, a escasos metros de la rivera del río Duero, la Vega de Toro.
                                                                             

Los vinos de esta zona tiene una larga tradición, cuyos orígenes son anteriores a los asentamientos romanos.

En la Edad Media el vino de Toro gozaba de privilegios reales, de manera que en el s. XIII era el preferido de los monarcas castellanos.

Fue el vino que llevaban en sus bodegas las tres carabelas con que Colón descubrió América.

Durante el s. XIX se exportaron grandes cantidades de este vino a Francia y a Europa, para suplir la falta de vino, debida a la plaga de la filoxera.

La D.O. del vino de Toro data de 1.987.

Tras esta somera explicación dirigamonos a la propia bodega, donde una amable directiva de la empresa nos fue mostrando las instalaciones.

                                                                                     
                                                                           




Una vez explicada la elaboración del vino desde la vendimia, la fermentación, las clases de barricas que se utilizan para su conservación, y la maduración de las distintas categorías de vino, pasamos a una bonita sala donde hicimos una cata de parte de las variedades, que allí elaboran.

Me sorprendió que en esta bodega intentan, como diría yo, aplacar el vino de Toro, que es recio y de gran sabor, quitándole parte del tanino, que es una de sus características. A mi me gusta fuerte, pero los tiempos mandan, y al parecer se prefiere ahora un vino menos sabroso y mas transparente.

La sala en que acaba a visita y se procede a la cata es espectacular, como toda la bodega, decorada con gusto.


Sin embargo, he ido a otras bodegas y a otras catas y en esta, a pesar de que estaba bien cobrada, y probamos diferentes vinos elaborados allí, los aperitivos que la acompañaban eran escasos y rancios. Tienen que cuidar mejor a los visitantes.
                                                                           
Tuvimos mas y mejor ocasión de degustar el vino de Toro en el hotel donde, al atardecer lo tomábamos, con  queso y jamón del bueno, mucho mejores, todos ellos, que los de la cata.

Por la tarde seguimos con el recorrido de los alrededores y nos llegamos andando hasta el pueblo de Peleagonzalo, que se encuentra  a algo mas de 1 k y 1/2 del hotel.

Peleagonzalo tiene, actualmente cerca de 320 habitantes, y aunque tiene municipio propio, está rodeado totalmente por el de Toro. Pueblo con gran contraste de paisajes, entre las laderas de los montes y la llana vega, que llega hasta el Duero, tierras de regadío y de secano, con monte bajo, poblado de encinas, jaras y pinares, donde en otoño se recolectan níscalos y piñas.

La fundación de Peleagonzalo, que se hallaba originalmente a orillas del Duero, se enmarca dentro de las repoblaciones que hicieron, a partir del s. X, los reyes leoneses, alguna de las cuales estaría a cargo de un tal Pelagius o Pelayo González, que le dio nombre a este pueblo.

En sus alrededores tuvo lugar un acontecimiento histórico de gran importancia, la batalla de Toro, en la que se enfrentaron los ejércitos de Isabel la Católica y los de su supuesta sobrina Juana la Beltraneja, ya en esos momentos esposa de Alfonso V de Portugal, y por lo tanto reina del mismo país, por la sucesión del trono de Castilla, que dio la victoria al lado isabelino.

El emplazamiento original de Peleagonzalo se vio bruscamente finalizado, con una riada del río Duero acontecida en diciembre de 1.860, que destruyo, no solo el pueblo, sino también otros pueblos situados en la ribera del río.

 Peleagonzalo fue reconstruido en el lugar que ocupa hoy día, en el cerro de San Benito, a un km del río, siendo inaugurado casi dos años mas tarde, en 1.862.
   

Su monumento mas significativo es la iglesia de San Miguel Arcángel, construida en 1.551, situada  al lado del Ayuntamiento.

Sus fuertes y gruesos muros impidieron que se destruyera del todo, durante la terrible riada de 1.860, de manera que pudo ser reconstruido en el nuevo emplazamiento del pueblo. También se conservaron los retablos, altares y ajuares diversos, que reunía el templo en el interior.




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Dentro del pueblo se han canalizado los manantiales de agua natural y existen varias fuentes, apreciadas por los locales y los visitantes.
                                                                                   
                                                                                 
Disfrutamos mucho del paseo, viendo todas estas cosas, los campos de cereales, los montes y los variados bosques a lo lejos, por un esplendido día; otros magníficos lugares de nuestro gran y precioso país.

viernes, 29 de mayo de 2020

XXI Exposición Edades del Hombre, Toro, visita a la exposición


Bien pues ya estabamos en la Colegiata dispuestos a ver la exposición.
                                                                           

Como es frecuente la magnificencia de la Colegiata, el continente, supera al contenido, que no por eso deja de tener un gran papel didáctico y artístico como exposición.
                                                                         

El tema de la Exposición de las Edades del Hombre este año, lleva, como ya vemos por la portada del capítulo, el nombre de  Aqva y está dedicada al agua, dada la importancia antropológica, bíblica y sacramental que tiene este elemento natural, imprescindible para la vida.
                                                                             
Aqva está dividida en seis capítulos relacionados con el agua como hilo conductor de la muestra, tanto por su relación con la Teología y la vida, como por el eje que marca el río Duero, que se muestran en las 137 piezas de la exposición, provemientes de todas las Diocésis de Castillla León y de Portugal.

Uno de los objetivos de la muestra es poner de manifiesto la relación entre cultura y arte, y ayudarnos a amar nuestro Patrimonio y a reconocer en él nuestra historia y nuestras raíces.

Los cuatro capítulos que se muestran en la  Colegiata son:

I. Agua de vida

Se exhibe el agua desde la perspectiva natural y antropológica, con obras de la mitología y la filosofía, así como la explotación de los recursos hidráulicos del río Duero; asimismo  se muestra el agua en estado líquido y como nieve. Para ilustrar el líquido elemento se exponen cuadros de  Antonio Pedrero (1.939), de Enrique Seco San Esteban (1.938) y de Antonio Lopez (1.936), entre otros, junto a algunas fotos temáticas.

2. Preparando caminos

Se integran episodios del Antiguo Testamento, como la creación, el diluvio universal, el paso de los israelitas por el Mar Rojo, con algunos profetas del Antiguo Testamento hasta llegar a San Juan Bautista, ya del Nuevo Testamento y la relación de Cristo con el agua como elemento vital.

 Ilustrando el capítulo hay obras como El diluvio Universal del pintor barroco español Juan de Zamora (1.647-1.671), que viene del Palacio Arzobispal de Sevilla o El paso del río Jordan con el Arca de la Alianza, de otro pintor barroco español, Juan Montero de Rojas (1.613-1.683) del Museo del Prado, Madrid


3. Los cielos se abrieron

Este capítulo tiene como protagonista a San Juan Bautista, en el momento culminante del bautismo de Jesús. con varias representaciones, tanto de arte tradicional, como contemporáneo, realizadas por grandes artistas como los pintores Juan de Juni, Zurbarán, o los escultores Gregorio Fernandez, Luis Salvador Carmona (1.708-1.767) autor de la reproducción siguiente, que viene de la parroquia de San Sebastian de Estepa, Sevilla, recién restaurada
                                                                               

u otra escultura que representa al mismo santo, del escultor Juan de Montejo, escultor de finales del s. XV, de la iglesia de San Juan, de Alba de Tormes
                                                                                 

Esta pequeña muestra da fe de la calidad, que es extraordinaria y de la cantidad, no tanto, ya que hubo  muchas mas representaciones de todos los temas.

4. Cristo fuente de agua viva

 En este capitulo se muestran diversos episodios de la vida de Jesús relacionados con el agua, desde escenas que transcurren en torno al lago Tiberiades u otras en que el líquido elemento es referencia, símbolo o motivo que transmite el mensaje de Cristo. Ejemplos del tema son La vocación de san Pedro, del pintor Bartolomé de Cárdenas (1.575-1.628), cedida por la iglesia del Convento de San Pablo, de Valladolid                                                                               


En el cuadro de Pieter van Lint (1.609-1.690)  Jesús cura a un enfermo (paralítico) en la piscina de Betesda, cuya sede es el Kunthistorisches Museo de Viena, ahora en la exposición de Toro, el agua reviste propiedades sanadoras  
                                                                                           

De la misma forma  es destacada la sangre y el agua del cuadro, que sale del corazón de Cristo crucificado.

La escultura tiene por nombre Cristo del Amparo, y procede de la iglesia de la Santísima Trinidad. Es una imagen procesional que desfila en la Semana Santa de Toro y que pertenece a la Real Cofradía de Cristo del Amparo.
                                                                                   

Su autoría es anónima, aunque se cree que puede pertenecer a la escuela de Juan de Juni (1.506-1.577) o bien a la familia Tomé, de escultores locales.

Después de recorrer la Colegiata, que además de los reseñados tiene otros muchos objetos de arte usados en la liturgia católica, como por ejemplo la pila bautismal que procede de la localidad zamorana de Quintanilla del Monte


Pasamos a continuación a la la segunda sede de la exposición, la cercana iglesia del Santo Sepulcro

Este templo se halla en la Plaza Mayor, justo enfrente del Ayuntamiento.

 La fundación de la iglesia del Santo Sepulcro data de 1.128. como propiedad de la Orden de Caballeros del Santo Sepulcro, que estaban bien implantados en la ciudad de Toro.

En fecha desconocida se instalo en ella un monasterio. donde en el s. XV se encontraba la residencia del vicario general de esta Orden para Castilla, León, Navarra, Portugal y Galicia, estatus que conservo hasta 1.498, fecha en que la casa paso a manos de la Orden de San Juan de Jerusalén, llamada también Orden de Malta, que mantuvo en ella un priorato.

La iglesia fue construida en estilo mudéjar, como se advierte todavía en el interior, pero ha sufrido numerosas reformas y cambios, de manera que el exterior corresponde a los s.s. XVI y XVII.                                     
 

Tiene una torre antigua, desmochada al, lado.

En el interior se conservan algunos pasos de las procesiones de Semana Santa; muy interesantes son los restos del primitivo templo románico-mudéjar.
                                                                     


En el año 2.001 se descubrió en la bóveda del ábside central, un fresco que representa un pantocrator en estilo gótico lineal.

En esta iglesia se encuentra la exposición de los últimos capítulos de esta edición de las Edades del Hombre.

5. El bautismo nos salva

Se exponen una colección de piezas relacionadas con el sacramento del bautismo como pilas, conchas bautismales, cismeras, aguamaniles, acetres e hisopos para el agua bendita.

Uno de los mas interesantes es el fragmento del mosaico que representa al dios Tritón, que proviene de la villa romana de Carrizo de la Ribera, el mas antiguo de la exposición, ya que data del s. IV, y que hoy forma parte de las obras expuestas, permanentemente, en el Museo de León.
                                                                       
                                                                         

Otra pieza a destacar es la maqueta de "La sentencia", del escultor zamorano Ramín Nuñez Fernández, de 1.925
                                                                             
                                                                         
y el Calvario procedente del pueblo zamorano de Pinilla de Toro
                                                                                     


6. Renacidos por el agua y el espiritú

En este último capitulo de la exposición se muestran cuadros de santos que han estado relacionados con el tema de la muestra: el agua, y por resaltar alguno de ellos, vemos aqui una representación de San Juan de Sahagún, del s. XVIII,  que viene del Santuario de la Peregrina de Sahagún, León
                                                                                             

Para acabar, la exposición se despide con un Cristo resucitado, de Antonio Tomé, escultor zamorano del s. XVIII, que preside el ábside de la iglesia del Santo Sepulcro, una de las dos sedes de Aqva y que parece  bendecir a los visitantes
                                                                                  

                                                                 

Interesante muestra, que, como de costumbre, nos ofrece Las Edades del Hombre.

Tras la visita a oas dos edes había llegado la hora de comer. Nos sentamos en una de las terras de la Plaza Mayor, enfrente del Ayuntamiento y allí dimos buena cuenta de varias tapas, una de las cuales había tenido premio en un concurso de esa especialidad gastronómica, acompañadas de vino de Toro, como era de rigor, tras lo cual volvimos a nuestra base, Valvusenda.

viernes, 15 de mayo de 2020

XXI Exposisión Edades del Hombre en Toro, Zamora, visita a Toro


Después de un esplendido desayuno a la carta, recorrimos los ocho km que hay entre Valbusenda y Toro, disponiendo de un  hermoso día de finales del verano.

Sepamos algo de Toro, antes de adentrarnos en él.
                                                                     
La primera impresión que tuve fue la ausencia de carteles anunciadores del evento de varios meses, que se desarrollaba en la ciudad, la exposición XXI de las Edades del Hombre, que, en ediciones anteriores estaba anunciada por todos lados, tanto el cartel de la propia exposición, como las direcciones a seguir en el coche, hasta llegar a sus sedes.

Bien, la segunda impresión fue ver el balcón de la Casa Consistorial rodeado de una bandera de España, de la que colgaban trapos informes, del tipo de los que se  utilizan para la limpieza doméstica, afeándola e incluso, podíamos decir, faltando al respeto al símbolo por excelencia de todos los españoles. Bien, pues el origen estaba en  la naturaleza política del Ayuntamiento, en manos de la izquierda radical, que suele tener malas formas y mal gusto.

Una vez superado el primer el impacto visual de Toro en estos días, volvámonos hacia la historia y su gran patrimonio monumental.
                                                                                 

El municipio de Toro, situado al oeste de la provincia de Zamora, se encuentra en plena vega del Duero, y tiene cerca de 9.000 habitantes.

Es una de las localidades ribereñas del río Duero, que la atraviesa de este a oeste, situada sobre un cerro elevado de unos 100 m de altura, sobre la vega del Duero.

En Toro se produce la transición entre las llanuras cerealistas de Tierra de Campos y el relieve occidental montañoso, que culmina con cumbres de mas de 2.000 m

Sobre el nombre de la ciudad hay diversas hipótesis, una de ellas muy extendida y aceptada, es la existencia de un verraco o toro de piedra, del s. V a.C, que se encuentra a la entrada de Toro, junto al Arco de Santa Catalina.
                                                   

Una segunda hipótesis se basa en el nombre del general, político y cónsul romano durante dos legislaturas, en el 19 y en el 26 a.C., Tito Estatilio Tauro (80 a.C.-10) amigo del futuro emperador Octavio Cesar Augusto, con el que colaboro, en la guerra y en la paz, en numerosas ocasiones y que estuvo acampado en las inmediaciones de Toro.


 Poblada desde tiempos antiguos por los vacceos, tribu celtíbera a la cual se puede atribuir la escultura del verraco, no existen restos romanos en su ubicación actual; los restos arqueológicos romanos se encuentran en la pedanía de Tagarabuena a un km de Toro.

Las escasas huellas romanas, visigodas y musulmanas hacen suponer que la zona estuvo dentro del llamado Desierto del Duero, extenso terreno que fue lugar de razzias por parte de cristianos y musulmanes, y que estuvo deshabitada durante siglos.

Así, desde el abandono del primitivo castro vacceo, hasta la repoblación de finales del  s. IX, año 899, emprendida por el rey Alfonso III de Asturias, y que realizo su hijo, el entonces infante García, con astures, vascones y navarros del norte y mozárabes provenientes del sur,
                                                                 
Alfonso III y su esposa Jimena, Libro de los Testamentos, s. XII

no aparece la estructura primitiva de la ciudad, con algunos elementos significativos, como son el recinto amurallado y el alcázar.

La repoblación y la posición estratégica de Toro la convirtieron en imprescindible para la consolidación cristiana del norte del Duero.

Los siglos XII, XIII, XIV y XV fueron de gran desarrollo para Toro, tanto en lo político y económico, como en lo religioso y cultural, con la construcción entre otros monumentos, de la Colegiata de Santa María la Mayor, una de las sedes de la exposición de las Edades del Hombre, de la que hablare mas adelante.

En el s. XIII se promulgo el primer fuero de la villa, otorgado por Alfonso IX de León, y comenzaron las principales actividades económicas de Toro, como la horticultura y el viñedo.

El cambio de dinastía que significo la llegada de los Habsburgo al poder, no beneficio en nada a Toro, que tomo partido en contra y se implico en la Guerra de los Comuneros, y por ello, tras la victoria del rey, sufrió las consecuencias de la derrota de sus partidarios.

El s. XVI fue, por lo tanto, convulso  y aunque la economía siguió siendo próspera en Toro, auguro la decadencia que se avecinaba en el siguiente siglo.

La ciudad fue descrita en la novela picaresca "El donado hablador, vida y aventuras de Alonso, mozo de muchos amos" (1.624) del médico y escritor Jerónimo de Alcalá:

"En efecto, señor, puedo decir a vuesa merced que el Cielo en esta jornada tuve muy de mi parte, y con la posibilidad posible, llegue a la ciudad de Toro, una de las mejores que hay en Castilla la Vieja, abundante, rica, bien cercada, amable sitio, famosa por su caudaloso y soberbio río, con quien vienen acompañados otros seis, que todos siete fertilizan la tierra y dan gran número de pesca a los naturales y extranjeros; demás por la gran cosecha que tiene de pan y vino y tanta diversidad de frutas, conque provee a muchos lugares y ciudades del reino, tanta es la abundancia que en ella se coge."

Sin embargo fue en este s. XVII cuando empezó una cierta decadencia de Toro, aunque a lo largo del siglo la agricultura, de siempre el motor económico de la ciudad, permitió que se recuperara poco a poco la economía, con los viñedos y la producción de su apreciado vino. De esta época son el Ayuntamiento,
                                                                        
                                                                               

la emblemática Torre del reloj, y el Hospital de Nuestra Señora de las Angustias, además de otras obras públicas.

El s. XIX, que había empezado con buen pie. vio, en primer lugar, diversos episodios de la Guerra de Independencia contra Napoleón y sus ejércitos, que habían entrado en España con el argumento de que se dirigían a Portugal, para combatir con los ingleses, y que se quedaron en el país, y no solo en las cruentas batallas de la Guerra de la Independencia, sino saqueando, matando a civiles y destruyendo el Patrimonio nacional; en Toro el  2 de julio de 1.812 el ejercito de Napoleón, en su retirada definitiva, voló dos de los arcos del puente, para tratar de evitar el paso de las tropas liberadoras.
                                                                               

Una vez expulsado el invasor francés, llego la Desamortización de Mendizabal, con su secuela de destrucción de muchos bienes de la iglesia y otros, civiles, y dejando el país todavía en peor estado.

Sin embargo, y a pesar de todas estas catástrofes la bella ciudad de Toro, tanto histórica como cultural, ha conservado algunas joyas escogidas, como la Colegiata de Santa María la Mayor, entre otras, como he mencionado, una de las sedes de la exposición.

Hoy día, recuperada de los adversos avatares históricos, la base de su próspera economía, sigue siendo el sector primario, destacando sobre todo la actividad vitivinícola, con un excelente vino ahora con Denominación de Origen Toro, desde 1.987.

En el sector secundario destaca la industria agroalimentaria, principalmente las bodegas de vino y la industria azucarera, entre otras.

El origen del vino de Toro es prerromano; los romanos apreciaron este excelente vino y de él se escribió, por algunos de nuestros ilustres literatos, como el Arcipestre de Hita, Góngora, Quevedo, etc.

La variedad de uva es la Tinta de Toro, que madura temprano.
                                                                           

Llegamos a Toro de buena hora y después de aparcar el coche y pasear por el casco histórico, con la emblemática Torre del Reloj o Arco del Reloj, que data del s. XVIII, 1.719, edificada durante el reinado de Felipe V y situada en la Plaza Mayor; se encuentra ubicada a la entrada del antiguo mercado, que cercaba el primer recinto amurallado de la ciudad, y que, debido a su altura, se divisa desde cualquier punto de la misma.


Construida con sillería y de planta cuadrada, es una imagen muy característica de la ciudad; el diseño de la torre se atribuye a Joaquín Churriguera (1.674-1.724) arquitecto español, miembro de una familia de arquitectos y retablistas barrocos.

Seguidamente nos llegamos hasta la Colegiata de Santa María la Mayor, uno de los mas importantes monumentos no solo de Toro, sino de España. Declarada Monumento Nacional en 1.892.
                                                             

Este impresionante templo fue construido entre los s.s. XII y XIII, en estilo tardorrománico, inspirada por la catedral de Zamora, y que a su vez influyo en el diseño de otras catedrales.

Destacan, dentro de su espectacularidad, su maravillosa portada septentrional, una de las mas decoradas entre las iglesias de los s.s. XII y XIII y que es ya gótica, el Pórtico de la Majestad, que conserva su policromía original, casi intacta.
                                                           


y el cimborrio, que sigue el modelo de la catedral de Zamora, y de la catedral Vieja de Salamanca, llamados en su conjunto los Cimborrios del Duero.


En un periodo de construcción tan extenso tuvieron que intervenir dos arquitectos, que emplearon materiales y técnicas diferentes, como se puede ver en la primera fase en la que se uso piedra caliza gris claro, y la segunda fase en la que se utilizo piedra arenisca de color rojizo.

Bien, pues ya estábamos en la Colegiata dispuestos a visitarla, pero como este capítulo ha resultado tan largo, dejare para el próximo, el también largo relato de la exposición .